AL DEJAR EL COLEGIO de Antonio Plaza Llamas

Ciencia, venero de saber constante,
del Mártir-Redentor fúlgida palma.
Pitonisa de trípode brillante,
Tabor de luz que transfigura el alma.

Reina que todo sin luchar conquista,
maná del alma que entre luz desciende,
estanque de Siloe que da la vista,
blanquísimo fanal que Dios enciende

vestal cuya pureza no se iguala,
que el fuego inspirador guardas con celo
y eres ¡oh Ciencia! de Jacob la scala
que al espíritu audaz remonta al cielo.

Lindo sol que las nubes tornasola,
arcángel de grandiosa omnipotencia;
eres de Dios espléndida aureola,
eres el mismo Dios: Dios es la Ciencia.

*

Años hace que yo, niña ignorante,
vine a este centro para mí bendito,
la virtud siempre aquí tuve delante,
un génesis de luz aquí vi escrito.

Aquí de la virtud al soplo leve
sentí correr mi plácida existencia,
bajo las alas, blancas como nieve,
del ángel tutelar de la inocencia,

escuché de moral voces divinas
como de harpa eólica los preludios;
aquí corté mis rosas sin espinas,
entregada al placer de los estudios.

Aquí al albor de mágicos abriles
brilló feliz mi virginal estrella,
y feliz en mis juegos infantiles
resbaló de mi vida la edad bella.

Por eso devorando mi amargura
de este plantel a mi pesar me alejo:
tiernas amigas de la infancia pura
al deciros adiós, el alma os dejo.