Al admirado pasajero incita.
El campo todo en fin interesante
Pintado de colores las más vivas,
Sus ültimos verdores ostentando
Olfato y ojos a la vez hechiza.
!Pero qué yen mis ojos! !Cuál estruendo-
?Iis oldos hirió? iOh maravilla!
Es la cascada hermosa que las aguas
Forman precipitadas desde arriba.
Camina el claro rio mansamente,
Pero a! Ilegar del salto a las orillas,
Enojadas las ondas y encrespadas
Con fragoso estruendor se precipitan.
Las azuladas aguas que del fondo
Antes las pedrezuelas patentizan,
Entonces cual carámbaros de nieve,
Transfórmanse en raudal de plata viva.
Una parte se arroja despenada,
Otra parte, en arroyos dividida,
For la tosca pendiente serpentea,
Y al fondo se apresura entre las guijas.
PercIbese a lo lejos el estruendo,
Y el caminante atónito se admira
Oyendo el ronco estrépito que forma
La despenada iluvia cristalina.
Los ojos encantados la contemplan,
Ni se sacia la vista atenta y fija,
Repasando asombrada los portentos
Que alil naturaleza multiplica.
Religioso silencio infunde a todos
El magnIfico cuadro que registran:
Todos callan: los pechos solamente
De admiración y de placer palpitan.
El alma en tanto quieta y sosegada,
Absorta en los prodigios que medita,
Ve allI el dedo de Dios, y reverente
Ante el supremo Set dóci[ se humilla.