En esta escalera que conduce al dolor
Decimos que somos testigos de la gloria
De las grandes ciudades que influyeron
Las muy pequeñas Con sus breves
Castillos Iglesias Mansiones
De delgadas y femeninas columnas jónicas
O con el macizo y angular orden dórico.
Poemas de Alfredo Lavergne
En otro poema El salvaje Y el civilizado
Recorren el vasto territorio
De nuestros 90.000 años. En ese mundo y en el mío
Existen
Una mala respuesta y una pregunta mal expuesta
El sentimiento y el reflejo
El instinto animal y el sentido del honor
Los hombres que prefieren la patria a la humanidad
La provincia
Que después del estado de sitio será como otros países
Y los contestatarios Que cambian
De mano y de memoria.
Los emigrantes son actores que abandonan
Su memoria viva Su himno universal Su fiesta
Los robots Las turbinas Los motores
Su modernidad Su diversidad Su excelencia
Y otras dosis de energía
En las veredas públicas de la cultura
O en los caminos de los propietarios de la estructura
De los rompecielos.
Por hechizo Por artificio Por dar en el hito
Tu país te persigue y te avasalla.
Esas cosas ha dicho el versátil
Y aún más
El otro desdichado.
Ya de mayor
Por calles de breve estancia
Por esta nueva My Generation
Por no poder abandonar el recuerdo
Por esta identidad nacional
En esta carrera mirando atrás
Ya no temo a la hoja en blanco y al papel histórico.
Como alcachofa que una a una se deshoja.
Sin supuesta superioridad de sabiduría
Sin el remordimiento del justiciero
Sin la baba del defensor del orden
Sin calificativos como puntos de referencia
Sin subentendidos que complican al lector
Sin impunidad frente a la critica literaria
Sin el cansancio de la raíz
Sin la ética pluralista del remolino.
La gente de símbolos ojerosos y rutinarios
Los payasos Los acróbatas Los equilibristas
La población de estrellas
Los que se retocan Los que saltan Los que bailan.
Todos viajan
Por el hechizo Por el artificio Por el motor
De buscar placer.
El arte avanza de durmiente en durmiente
Sin saltos
Hay un ritmo
Desde los faisanes en las escaleras
Desde las columnas de la primera dinastía egipcia
Desde las matemáticas Desde el atletismo
Desde
El viento El hueso La cuerda La piedra.
De poblado en poblado
La modelada El mundillo El furor de vivir
Extiende la divertida mezcla social.
Por un libro Por el periódico
O por el tendido eléctrico recibimos la noticia:
Un español
Que vivió en América
Ha traducido
Al castellano
A poetas románticos ingleses.
Las aves negras
Que de noche duermen en el tendido eléctrico
Auguran tu final.
Las que de día cantan
Te distraen.
Mientras fuerzo el ejército
De mis huesos
En el aire inmóvil de la noche.
A los tigres de Neruda A los felinos de Whitman
Con sus bastones Con sus sombreros Con sus gabardinas
Y sus marchas hacia mundos más justos.
El vehículo avanza a toda velocidad
Y deja atrás
A la ciudad
A la población
Utópica Desnuda Abierta
A la piedra del desarrollo
A la quijada del progreso
Al polvo de la emancipación humanista.
Yo
Que digo no estar en guerra
Tomo la inspiración que está al alcance
De todos
El lápiz
Una hoja
Y construyo mi fortaleza.
En nombre del vuelo
Piso la losa del aeropuerto y no la beso.
No existe bandera Himno Independencia
País Constitución Liberalismo
Ni antídoto cultural
Que se dispute mi opción.
Aquí (Voy a hablar del boleto del respeto)
Como en la Córdoba natal de Góngora
Utilizar el lenguaje es introducirse en la soledad.
En este deicidio
Animalista Analítico Cientifista
De pueblos sin moral porque no tuvieron esperanza
O porque la ilusión fue una ofrenda
Y el sacrificio pan de cada misterio.
Al Homo erectus Al Homo habilis
Al Homo sapiens Al Homo cum industria
En todas sus frentes En todos sus frentes
Le balbució y aún le tartalea la inteligencia.
Ni salir Ni entrar Estar
En una población cautiva por la melancolía
O en el conglomerado prisionero de la desconfianza
O en la cronología de la comunidad que toca los Cielos
O en el dinamismo de la masa de animales molidos
O en el país de la fiera que controla esta historia
O en pragmatismo antipoético de mi odio.
Del cerro de bella vista a un puerto del Pacífico
Del puerto a la fría capital
De la capital a la eterna primavera
De la primavera a nuestras viejas bananeras
De las bananeras a las tempestades de nieve
De la nieve al territorio del hielo
Y en hielo En su frontera Vivir Quebec
Nuevo Como América Que nace
Con su pasado tan presente
Y que hoy integro al Canto General.
A ella Todo le es extranjero.
Hubieron días en que creyó lo que se le dijo…
En los tontos sentidos del sueño
En los dormidos instintos de la madrugada
Y loca como es Sale a la calle
Corre Canta Salta Saluda
Todo lo que la ciudad arrastra.
A partir de este puerto
Camino hacia Salgo para Voy a
Una tierra que es a sí misma como toda tierra.
Donde me defenderé
Como me defiendo
En el lugar del que jamás partí.
Al cabo de un tiempo
El pasado sumiso gira sin morder la cola
El espino se corona de cuarzo de sien
Los relámpagos de tejidos mudos
Las hojas son aire que se estremece
El espanto quiebra el báculo de la huella
Las patas de conejos raspan espejos
El trópico pierde en sus mandíbulas
Los frutos arrastran el tronco al monte
Cenan las piedras en el pozo de los niños
Las uñas de las plumas hacen cortacircuito
El arco del verbo pasa por el filo del clavel
Las bocas piden un bien a los traspiés
Las guaridas entregan los ríos perdidos
Los colores gimen en los polos
El bostezo cava la sed en la iguana
El celo galopa en el sol.
Como me siento lejos de donde estoy
O porque me empujan hacia donde no iré
Camino
Y con un hábil golpe del lápiz
Que resume las imágenes Que lleva de viaje
Subo al tren.
Me devuelvo donde no deben ignorarme
Retorno porque lo anterior va conmigo
Regreso a mi ciudad y llego a otra.
¿ Qué somos…
La autobiografía de América
Su memoria institucional
La palabra de sus chozas
O el discurso del abrazo electrónico?.
Con el olvido que me es permitido
No sé cuanto llovió anoche
Ni los meses que nevó este año en tu país
O la razón de la sequía de la tierra que no he leído
O si mis sentidos y los actos son efectos de un final
O si el hombre que pasa a mi lado dejó su origen.