Alma mia gentil, que partiste
tan pronto de esta vida descontenta,
reposa allá en el Cielo eternamente,
y viva yo aquí en la tierra siempre triste.
Si allá en el asiento etéreo, en donde subiste,
memoria de esta vida se consiente,
no te olvides de aquel amor ardiente
que ya en los ojos míos tan puro viste.
Y si vieras que puede merecerte
alguna cosa el dolor que me quedó
del pesar, sin remedio, de perderte;
ruega a Dios que tus años recortó,
que tan pronto de aquí me lleve a verte,
cuán pronto de mis ojos te llevó.