Mote
Ojos heridos me habéis,
acabad ya de matarme;
mas, muerto, volvé a mirarme,
porque me resucitéis.
Voltas
Pues me distes tal herida
con gana de darme muerte,
el morir me es dulce suerte,
pues con morir me dais vida.
Mote
Ojos heridos me habéis,
acabad ya de matarme;
mas, muerto, volvé a mirarme,
porque me resucitéis.
Voltas
Pues me distes tal herida
con gana de darme muerte,
el morir me es dulce suerte,
pues con morir me dais vida.
Mote
Irme quiero, madre,
a aquella galera,
con el marinero
a ser marinera
Voltas
Madre, si me fuere,
do quiera que yo,
no lo quiero yo,
que el Amor lo quiere.
Aquel niño fiero
hace que me muera
por un marinero
a ser marinera.
Fragmento
Canto Primero.
Argumento del Canto Primero.
Navegación de los Portugueses por los mares Orientales: celebran los dioses un consejo:
se opone Baco á la navegacion: Vénus y Marte favorecen á los navegantes: llegan á Mozambique,
cuyo gobernador intenta destruirlos: encuentro y primera función de guerra de los Portugueses
contra los gentiles: levan anclas, y pasando por Quiloa, surgen en Mombaza.
Desque una vez yo miré,
señora, vuestra beldad,
jamás por mi voluntad
los ojos de vos quité.
Pues sin vos placer no siente
mi vida, ni lo desea,
si no queréis que yo os vea,
¿Qué veré que me contente?
Vos tenés mi corazón.
Glosa
Mi corazón me han robado,
y Amor, viendo mis enojos,
me dijo: -Fuete llevado
por los más hermosos ojos
que desque vivo he mirado.
Gracias sobrenaturales
te lo tienen en prisión.
Mi corazón me han robado;
y Amor viendo mis enojos,
me dijo: «Fuete llevado
por los más hermosos ojos
que desque vivo he mirado.
Gracias sobrenaturales
te lo tienen en prisión».
Y si Amor tiene razón,
señora, por las señales,
vos tenéis mi corazón.
Al ver vuestra belleza, oh amor mío,
de mis ojos dulcísimo sustento,
tan elevado está mi pensamiento
que conozco ya el cielo en vuestro brío.
Y tanto de la tierra me desvío
que nada estimo en vuestro acatamiento,
y absorto al contemplar vuestro portento
enmudezco, mi bien, y desvarío.
«Enquanto quis Fortuna…»
Cuanto quiso Fortuna que tuviera
la esperanza de algún contentamiento
el regusto de un suave pensamiento
hízome que sus frutos describiera.
Mas, recelando amor que descubriera
secretos que causaran detrimento,
la mente oscureciome con tormento
para que sus engaños no dijera,
Vosotros los que Amor mantiene afectos
a su voltario giro, cuando en breve
libro viéredeis cosas tan extremas,
sabed que son verdades, no defectos;
y que tan solo si el Amor os mueve
habreis la comprensión de mis poemas.
«Tanto de meu estado…»
De cómo estoy me hallo tan incierto
que en vivo ardor temblando estoy de frío;
sin causa alternamente lloro y río;
abarco el orbe pero nada advierto.
Es todo mi sentir un desconcierto;
un fuego el alma, la mirada un río;
de pronto espero, al punto desconfío;
ora divago, de repente acierto.
«Tomou-me vossa vista…»
Donde las armas tuve más a mano
cautivo me tomó vuestra mirada:
que de buscar defensa a la emboscada
de vuestros ojos, el empeño es vano.
Para triunfo más pleno y soberano,
ver esperásteis mi razón armada;
inútil fue, pues cosa es demostrada:
contra el del Cielo no hay poder humano.
«Pede o desejo…»
El deseo a pedir viene que os vea.
No sabe lo que pide; está ofuscado.
Tanto mi amor, Señora, es afinado,
que no es dable saber lo que desea.
Cosa no hay por mínima que sea
que no quiera tener perenne estado;
al deseo no urge lo deseado,
para que nunca falle su tarea.
El vaso reluciente y cristalino,
de ángeles agua clara y olorosa,
de blanca seda ornado y fresca rosa,
ligado con cabellos de oro fino,
bien claro parecía el don divino
labrado por la mano artificiosa
de aquella blanca ninfa, graciosa
más que el rubio lucero matutino.
Se está la Primavera trasladando
a Vos, Señora, deleitosa, honesta,
y en vuestro porte a destellar se apresta,
nardos, lirios y rosas dibujando.
Así, vuestra prestancia matizando,
Natura cuanto puede manifiesta;
y el monte, el río, el prado, la floresta,
de Vos, Señora, estanse enamorando.
«Mais servira, se náo fóra
para tam largo amor tam curta a vida!»
Siete años de pastor Jacob servía
al padre de Raquel, serrana bella;
no pensaba en Labán, pensaba en ella,
ella era el premio que su afán quería.
«Mudan-se os tempas…»
Mudan los tiempos y las voluntades;
se muda el ser, se muda la confianza;
el mundo se compone de mudanza
tomando siempre nuevas calidades.
De continuo miramos novedades
diferentes en todo a la esperanza;
del mal queda la pena en la membranza;
y del bien, si hubo alguno, las saudades.
Transfórmase el que ama en cosa amada
por obra y gracia de alta fantasía;
después el corazón ya nada ansía,
pues lleva en sí la parte deseada.
Si en ella está mi alma transformada,
también sosiega el cuerpo su porfía;
sólo en sí mismo descansar podría,
pues que a su vida el alma está ligada.
Alma mia gentil, que partiste
tan pronto de esta vida descontenta,
reposa allá en el Cielo eternamente,
y viva yo aquí en la tierra siempre triste.
Si allá en el asiento etéreo, en donde subiste,
memoria de esta vida se consiente,
no te olvides de aquel amor ardiente
que ya en los ojos míos tan puro viste.
Mote
Irme quiero, madre,
a aquella galera,
con el marinero
a ser marinera.
Voltas
Madre, si me fuere,
do quiera yo,
no lo quiero yo,
que el Amor lo quiere.
Aquel niño fiero
hace que me muera
por un marinero
a ser marninera.
Mote
Ojos, herido me habéis,
acabad ya de matarme;
mas, muerto, volvé a mirarme,
porque me resuscitéis.
Voltas
Pues me disteis tal herida
con gana de darme muerte,
el morir me es dulce suerte,
pues con morir me dais vida.