Todas vuestras palabras son oscuras.
Avanzáis hacia el hombre con serena
palidez: miedo trágico que os llena
la boca de palabras más bien puras.
Decís palabras sórdidas y duras:
«fusil», «muchacha», «dolorido», «hiena».
Lloráis a veces. Honda es vuestra pena.