Soy como los animales:
presiento la desgracia en el aire
y no duermo sobre arenas movedizas.
Arriba siempre el viento
-desde el tiempo de los pañales mojados-
raspando la solidez de los cartílagos
mientras alguien
con mano sosegada escribe en mi cuaderno
cortas palabras de tristeza.
Soy como los animales:
sé pisar en la oscuridad, y
desde el fin del mundo,
podría volver con los ojos vendados
a mi vieja casa en las colinas.
Los años cortan
agazapados por dentro,
pero se desvanece el miedo a estas alturas
y una opalina
filtra su luz en el salón del piano
donde danzan mis muertos con su sombra.
Soy como los animales de narices mojadas:
olfateo en el cielo
la carga de la tormenta eléctrica
y desconfío de pasos que no conozco.
Soy como los animales:
siento que empiezo la vuelta a mi tierra de origen…
¡Cristo sabrá por qué!