¿Eres Tú la Sunamitis pura y blanca
que soñaron los patriarcas y entrevieron los profetas?
Aunque atruene tierra y cielos el acorde que se arranca
de los astros y las plumas de los santos y poetas,
para darte el parabién,
no despiertes, Niña blanca;
duerme bien.
Las mujeres que tenidas son por fuertes;
los patriarcas, los profetas;
los que, ciegos de llorar, van extraviados;
los poetas…
todos juntos volverán, cuando despiertes,
para darte el parabién,
con las ansias de los justos y el amor de los collados.
Duerme bien.
Puede ser que estés cansada;
bien pudiera ser.
Fue tan larga la jornada…
¡Sobre todo para una mujer!…
Porque vienes de muy lejos. Sé que nada
antes del tiempo existía, y ya estaba tu beldad
graciosamente jugando ante Dios. Esa verdad
lo declara y dice todo: ¡Vienes de la eternidad!…