Marina

Te he visto, océano
te he galopado
a lomos de un violín
de madera pulida
de un potro alabeado
del color del cerezo
y eras, océano
un prado
de hierba azul
en movimiento.

Como si fueras
el propio olvido
te he visitado
océano
emperador de las aguas
espejo profundo del cielo
y he visto en tus eternas barbas de espuma
cereales azules y flores del silencio.

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Muerte pájaro príncipe, un pájaro es un ángel inmaduro

Muerte pájaro príncipe, un pájaro es un ángel inmaduro.
Y así, hablaré de tus manos que se alejan y de las manos
de lo hermosísimo ardiendo,
pequeño dios con nariz de ciervo, hermano mío, héroes
de alma recortada,
niñas de oro hipodérmico que nunca creen morir,
qué aguda la pupila y el filo de los dedos encendiendo la
muerte mientras un ángel sobrevuela y pasa de largo
con el pico de plata y de ginebra,
labios del mediodía resuelto en ave sobre tus manos que
se alejan y mis manos
y las manos del pequeño ciervo de aire griego salvaje,
hermano mío,
y las manos sin venas de los héroes, de las madonas
amnésicas.

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O mar profundo

Vi un sembrado celeste
hecho de cristal vivo
parecía una pradera de zafiros
de tréboles azules y violetas .
Debajo de su tierra transparente
latía un resplandor
de prodigiosos peces
de delfines
que ríen
sobre el vano de la ola
un silencio de flores
que en lo secreto bailan.

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Oceánidos

De los bosques salados

llegan ciervos
que son delfines
brincando en su belleza
como arcos celestes .

Parecen hechos de hojas de olivo
tras una lluvia de luz de luna .

Como potros
como campanas
saltan
brillan
salpican
sueños.

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Oceánodos II

Ay ballestas de plata
sobre los matorrales
de la espuma
que lanzáis como flechas
vuestro cuerpo en el salto.

Ay sabios adivinos
voladores
delicados
délficos
delfines.

Tórtolas de las aguas.
Sobre los blancos matorrales
también vosotros
morís de amor.

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Ofrenda

Decidme, agua, fuego furioso, nuvia del infierno,
sobre la grande mar redoblan los tambores
del enemigo viento y retumban como campanas
los lingotes de cobre en la sentina.
Decidme, lastre o mercancía, fardos de especias, negros
fueron sacrificados al gran ladrón, fueron por la borda,
sombras raptadas, ropas, animales
y una mujer.

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Para Olga

Niña de greyes delicadamente doradas,
niña obsesión de la cigüeña virgen
con mechones de plumas de damasco
que salpicaban muerte,
de la cigüeña loca con alones
de estricnina dorada
que viajaba dejándote un corpóreo perfume,
un pulcro olor a lilas, ya dorados y rudos sueños.

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Sangro de veras sangro luz

Sangro de veras sangro luz que se escapa y es en mí donde las
cabalgaduras se reúnen para arrancar con orlados cascos ancas
de piedra atesorada la asesina vegetación del tomillo y las llamas
de mayo. También arrastro mi sueño como un vestido manchado
sucio y celeste originado por el ángel que divulga la sangre la sed
arrastro mi sueño emerjo bajo un mediodía inmoderado arrastrando
y dejando ángulos letras que penden de los cielos de la sangre la sed.

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Tú eras columna de Babilonia

Tú eras columna de Babilonia o casi,
capítulo del beso de Babel cuando eras mano
labios dedos torres
historia alta de ti,
el libro de la voz deshojándose con paso de
danza,
y la colonia que se despierta y escribe estrofas
verdes,
y el viento escabel para tus pies
en la luna bermeja del salón.

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Uno

De este modo se forma agreste y larga como agua sin riqueza,
como un animal que no aguarda,
el vuelo, la grandeza, los belfos con fiebre, las alas malheridas,
como un animal impensado, el perfil vuelto hacia los vientos y
los peligros.

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Ursa Maior

Cierra tus puertas, muerte de los sueños,
fueras el hombre que en turbión de centeno
y hierba seca sobre el mar amarillo
cae cuando se desbocan los caballos
y despierta la cólera del padre.
Aquí y allá caía sobre el mar
sin perder su sonrisa torcida,
anunciaba sus derechos escudo en alto,
y en la sombra que legisla la usura y los muertos
encendió para ti su elocuencia.

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Vendrá sin las estrellas lácteas

Vendrá la muerte y tendrá tus ojos
C. Pavese

Vendrá sin las estrellas lácteas
y sin tiranosaurios de luz,
maroma umbilical para niños marítimos
que se ahorcaron con algas y cabellos oceánicos
huyendo en hipocampos de sueño de aquel parto, en la
columna vertical mayor,
entre jarcias y vértebras.

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Yo sola oscura por azoteas

Yo sola oscura por azoteas con alas amontonadas por la quietud y por la
muerte agrandadas y por cantos diciéndote ay condúceme con mi corazón
desconocido a la puerta de las tiendas todas donde venden altísimas
gravitaciones ángeles infinitamente confusos que acuden en compases de trenes
y se albergan en grises estuarios ay condúceme ahora cuando mi fortaleza martiriza
derramándose cuando excesivamente levanta armas de nada y se precipita sobre nada
como una certeza y una antífona de la eliminación.

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Yo te di huesos de palomas rojas

Los muertos odian el número dos.
F. García Lorca

Yo te di huesos de palomas rojas
de palomas que alientan dentro de los rasguños
desdeñoso licor de herida
pequeño peldaño de muerte

Atrapé las palomas que habitaban en la sangre alterada
de los niños perversos
robé vuelos morados
vuelos de adelfa y alarido
vuelos de arteria y arañazo
espejos
fiestas
del jacintos del sur

Yo te di huesos de palomas muy pequeñas
astrolabios de tierno esqueleto
guías luciérnagas y otras luces nerviosas
para que oyeras cómo el fósforo declama los viejos versos
del número par
para anclarte a mi noche
para anclarte a mi noche con la cal delicada

Yo te di huesos
anclas pequeñitas
para que te encallaras en la sal de las puertas
y dije las palabras que así existen
filtros de Melibea
brujas líquidas
o la voz fuerte de Rilke el poeta:
retenle
sí, retenle.

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AMOR MÍO

Amor mío, mira mi boca de vitriolo
y mi garganta de cicuta jónica,
mira la perdiz de ala rota que carece de casa y muere
por los desiertos de tomillo de Rimbaud,
mira los árboles como nervios crispados del día
llorando agua de guadaña.

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ASÍ, EN PRETÉRITO PLUSCUAMPERFECTO

Así, en pretérito pluscuamperfecto y futuro absoluto
voy hablando del trozo de universo que yo era,
de subcutáneas estrellas de sangre
cazadas por el ángel de la anemia
en el cielo arterial,
diciendo leucocitos del alba y rio de linfa,
o bien de lo que quise:
el ligero Mediterráneo,
la prohibición de envejecer,
la gavilla del sueño barbitúrico,
y sobre todo, sobre todas las cosas,
Mozart anfetamínico preámbulo de pájaros,
Mozart en ala y aeropuerto,
arco de violín principe o piloto: Mozart el Músico.

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CINCO POEMAS PARA ABDICAR

Cinco poemas para abdicar,
para que sean un destello terrestre en mi tránsito
mientras el vaivén de mi cuerpo me dote de viejo sueño
y tenga un altar adornado,
mientras mis ojos suspendan la aspersión del líquido más breve,
abandonen su aire lacustre y la ligereza de la lágrima cóncava
en donde beben grullas
y otras zancudas con pie de bailarina,
mientras mis manos sean hangares en las salinas negras
para aviones de turbios vuelos,
mientras el súcubo murciélago diga en mi oído espuma
y diga oscuridad
en las marineras negras.

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CÓMO ME PARECERÁ

Cómo me parecerá extraño el aire que me envuelve,
cómo será así extraño,
cuando tú ya no estés,
la catedral del día,
el claustro que condensa la gran edad de la luz
y el carácter de las tormentas.

Amor mío, amor mío, tú sin día para ti,
enjambrado entre espejos y entre las cosas malas,
muerta la plata trascendental
y las ya antiguas anémonas de égloga,
muerta esta versión, que ahora oscuro, y declino, para leerla,
más joven.

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DESDE IRAK

Respóndeme, político, ¿por qué
quieres desfigurar la faz del mundo?
¿Por qué quieres cortar
las cabezas azules de mis templos?
¿Por qué quieres
salpicar con mi sangre
a tu pueblo inocente?
¿No sabes que si envías
la muerte a visitarme
volverá sobre ti, boomerang en retorno?

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