«En la distancia inabarcable
se funden los adioses»
Teodoro Lecman
En el adiós se moldeaba el desafecto
con blancura terrible…
No supimos naufragar en la distancia
con el vuelo apagado
y la noche cubierta de banderas
reclamando el paisaje de los cuerpos
la luz
por donde debió pasar el rostro alegre
tal vez una niña, un pez, un aguacero
pero nunca el negro contrafuerte de la espera
en que no hubo recuerdo.
El adiós tiene un sabor inconfundible
no hay lugar para canelas ni membrillos
no hay lugar para almíbares ni flores…
los pájaros, las frutas y los sueños
se hacen de sal y espuma
de un incierto aroma complicado
y no hay lugar
para atisbar las calles
ni paisajes con ventanas encendidas.