Calderón de la Barca de Ramón Fernández - Larrea

además de las malas profesoras
nos ofrendaste una amarga pupila

yo vi los dedos de jim morrison
apagando las velas de parís
el corazón de jim morrison
cayó en las cataratas del niágara

no hay saliva que lleve al olvido
nadie guía gratuitamente al olvido

y después de aquel sueño
qué podremos soñar
qué respiramos qué
luego de tanto puro y mal fulgor

cuál puede ser la noche del desvelo
el ojo que no llora porque ve
el sueño que se sueña sumergido.