La isla del tesoro

tuve los mapas del alma en la mano

el capitán flint cortó seiscientas cabezas
entre arrepentidos y mujeres amables
perro negro llegó a las cientoveinte
una noche de puro delirio pensando en su madre lejana
pero zarpamos buscando
el horizonte las púas del mediodía

había también un barril con manzanas

dejamos atrás al ciego pew
que adivinaba el adiós en las manos
el pobre capitán con venas de oro
buscando la ruta el horizonte
el otro olor de la vida

contra mis ojos he sido un traidor
delaté el rumbo de los sueños
una nave que cobró el largo de plata
para que siempre quedara lejos mi madre también

en el barco se cometieron atrocidades
pero lo peor fue en la isla

nunca hubo joyas no podían existir
en la promesa que brilla en la palabra
yo conocía el mapa del alma
quisieron cercenarme la espalda de volar

cuando llegamos a la isla
querían un barril eterno de manzanas
para esconderme y soñar
una espada
que alguien clavara sobre mi asombro y mi lengua

yo que sabía las rutas del corazón
por el mar que todavía me entusiasma
tengo en los párpados la sangre que derramaron buscando
mi silencio al no haber tesoros

ahora sólo escucho y hablo al aire
enloquecido en una costa inútil
que el capitán flint con su cuchillo afirma
es el sueño esperado

con diez mosquetes en la garganta.

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Arreyúmbame caé arreyúmbame cuá

pero era esto el horizonte díganme si era esto
era esa levedad en todo el corazón y en la distancia que muerde
pero si ha sido tanta espera ves
dice la abuela en su sombra de huesos
pero si yo me morí tanto
y no comí para dejarles en el mantel las flores
y ahora todos se van se han ido hacia la nieve peligrosa

díganme que voy mal enrumbada
que estos cantos ya son la esperanza
y que el campo que arde es puro espejismo
para que mi ceniza no me envenene más

pero era este al fin el fulgurante sueño
era tanto maldito trapecio en la penumbra
y este viento con cara de perro apaleado
y la pared agonizante que se confunde con mis huesos

mi padre lo soñaba
marañón
lo masticaba como insulto marañón
y en las sábanas podridas del país
lamentaba su sangre en la arboleda

él que vino de lo remoto y sabe
que las fugas resultan infinitas

ah qué tierra de tan pasmosa desproporción decía
donde la ceiba puja junto al marañón
y espinas en la piel misma de los hombres
ah qué país para no tener nada
al cabo de los círculos del agua

el marañón del aire que te seca el rostro y las palabras
y los hijos de vientre enceguecido
y los amores palpitantes
y hasta el deseo empozado que el marañón aborta

ah qué país para que cubra mi esperanza
yo que bruñí las armas y velé
dijo mi padre antes de ser abandonado
y quedarse con tres inmensos palmos de mar en el hocico

díganme que es mentira respondan que llegamos
que el páramo me engaña
que la mentira no es la flor preciada del cantero
que el marañón no se metió en las aguas
para que todos callen para que todos se muerdan
la boca que esperaba el futuro para besar.

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Boleros de oro

no quiero estar solo no cierro los ojos no quiero
estar solo sabiendo
que hay multitud risueña
en el pie siento estar solo en el borde gris de las pestañas
todos los días cae un tejado contra mi sombra
a veces es lunes a veces los elefantes
mastican mis dedos en la calle
no quiero estar solo y herido
hace miles de días hay arena en mi cuerpo
el disparo el choque las rajaduras decentes
que trataron de hacerme me han herido

no quiero estar solo amor mío mi alta
tiñe tu cabeza de esperanza
haz como si me vieras

ríe

desnuda otros peces junto a mí

porque cuando el cuarto se llene de cigarros
la madrugada triza los cuerpos

y nunca más comeré de tu cuerpo.

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Calderón de la Barca

además de las malas profesoras
nos ofrendaste una amarga pupila

yo vi los dedos de jim morrison
apagando las velas de parís
el corazón de jim morrison
cayó en las cataratas del niágara

no hay saliva que lleve al olvido
nadie guía gratuitamente al olvido

y después de aquel sueño
qué podremos soñar
qué respiramos qué
luego de tanto puro y mal fulgor

cuál puede ser la noche del desvelo
el ojo que no llora porque ve
el sueño que se sueña sumergido.

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Canción del precipicio

uno es el hombre bah uno es el hombre
el que siempre quiere otra abeja
uno es el hombre suda se pone calzoncillos
acaricia hijos y naranjas
sale en las fotos junto a los ángeles del aire
y por la noche dice palabrotas

uno es el hombre madre mía un ser social
insólito insistente insatisfecho
un robinsón que vende las islas
una alimaña que necesita viernes
y que alza el brazo y mortifica
y siempre quiere diplomas y almuerzos

el agua el paramecio la rama quemada
miran a esta criatura y dicen ah llorando
uno es el hombre ese tierno enemigo
con huesos y con manos para soplarse la nariz

no pudieron inventar otra cosa.

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Cómo conocí a Peter Pan

anduve tanto tiempo tropezando con ropas ajenas
me volvían tan torpe los sonidos
hice tanto caso a las llamadas al alma
que decidí dejar la ventana abierta una vez

primero entraba el mar
navíos extraviados de oscuridad grifos
cartas que nunca más tuvieron ojos
puñetazos de agua contra arrecifes lejanos
y mi hermano sandokan oliendo el cielo de la mañana

como me acostumbré a contar el día
por la voz que cargaba el amanecer
seguí mirando el precipicio y la lluvia
bocabajo con legañas feliz
enfermo o escribiendo vendiendo el aire de la ventana
hasta que una noche murió mi niñez

no pude crecer más
el reino perdido es la justificación
no hubo más aire en los ciruelos

con el cielo pegado en la cara moría
impávido esperando

entró de día y mi sombra era suya
hablamos como viejos piratas
hizo cuentos de cuevas y madres que nunca tuvo
hasta que le hablé de mi madre

porque mi madre quería las ventanas abiertas
siempre ponía algo de cielo en la pupila izquierda
en la mano que jamás apagaba el cigarro
y dormía hacia el este para esperar señales
como hago yo esperando o esperándola
otra vez con todos sus dientes
para montar cisnes o que las nubes nos inviten
a buscar sombras cuando la ventana decida

hasta después de aquel vuelo magnífico
me miro un dedo y sirve para otra cosa
echo sangre entre los dientes delanteros
no he crecido buscando sombras en la oscuridad

de asesinos de generales de niños perdidos
de gente con el culo tan alto
que vigilan la entrada de aire en mis encías
aunque no cierre la ventana más
apoyado en la almohada de la ilusión

un dedo en el cielo y otro que toca un cadáver.

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El cuento de la araña

hay tanta soledad en una esquina
tan poco silbido en esa esquina
hay tanto frío que mis ojos se arrugan
buscando su modo de mecerse

todos tenemos una tela
la red insoportable de desnudarse
todos compramos una esquina del techo
para cazar lo inesperado

el amor las fogatas el disfraz de civil
nos hacen parecernos a la araña
que siempre rumia la madrugada siguiente

pero no te conviertas en mosca
pero no enarboles la espuma del corazón

todos tenemos una esquina
una red en la casa
esperando esperando esperando

ciegamente sin ojos
cruzando los dedos por si dios
se compadece y cae
su lomo devorado.

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Historias de los gatos

a la hora de lamer encendidos
como un motor fuera de borda
confundiendo sus ojos con el amanecer
lamiendo ríspidamente rompiendo el silencio
saben qué son las escaleras
no bajan la cabeza
no inclinan el color porque conocen los muros
miran las lunas desafinando

esta gata de menos de un pie
que se acomoda limpiamente en un zapato
busca a su madre busca a dios lame
los dedos que le doy busca a su madre y la mía
negra de madrugada que nos cae
hasta estornuda sin calostro

a la hora difícil se ríen del payaso
que inventamos para cubrirnos el rostro
cuando alzan el cielo te están mirando
beben desde la luna cuando tú tienes sed

la gata negra que viene junto a mi sien
abre sus dientes de diminuto hombre
sabe que soñé siempre panteras
y lo aprovecha de asteroide hirsuto

no canta no hace caso tiene un muro
en la memoria de los cinco sentidos

no dice buenos días está
sólo está
alza las patas
a la sombra total de la luna.

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Hombre joven que devora un caballo

mirándolo bien el potro le devora el corazón
pero no parece precisamente esa víscera
pudiera ser una pradera incendiada
algo que recuerda a una mujer que soñaba
junto a una ventana en la calle viladomat

a la derecha el humo se convierte
en una viejecita que rezonga
el animal parece ser mordido por su víctima
que se niega a entregarse totalmente

brillan los ojos de la bestia
y en los del hombre se derraman estrellas
o tal vez unas pupilas que escondía con cierto egoísmo

perversidad
mucha perversidad
y por encima llueve lástima
que hace crecer un pasto en derredor
como un país perdido o una linterna

o tal vez son felices
uno metiéndose de esa manera en el otro
siendo ahora la misma sustancia
esa entrega que le negaron los hombres
con el hacha terrible de la moralidad

la sangre que se advierte es una esencia
como el rumor de un agua que atravesaron juntos
y en el horizonte hay una madre que huye
con una bandera que no reconozco

cuando hayan terminado la acción
es posible que el caballo escriba una carta
un acto asqueroso de contrición
donde culpe al joven por descuidarse tanto

y más tarde la hierba estallará
y las flores parezcan lejanamente desoladas
todo para que no se recuerde la sangre
para que olvidemos pronto la agilidad de la alegre mandíbula

y aquella madre que parece gritar en los límites
deje de verse cubierta por otro incendio.

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La garganta con pláticos venenos

grité el nombre de mi madre y me acusaron
me subía mi amor por los orificios y tres viejas
sospecharon de mis intenciones
aullé bajo la luna y nadie sabía
que nunca levantaría la mano delante de la hoguera

grité llamando a mi hermano
y me pusieron grilletes en la memoria
tenía un padre que no usaba corbatas
porque perdía lentamente el cuello

telefoneé a mi hijo y oyeron la llamada
sólo le iba a avisar que el gato molestaba

un pobre gato negro con poca sombra
un gato parecido a un amigo de provincias
pero alguien tenía una mano en la planilla
donde se me acusaba de gritar
y alzar los brazos miércoles alternos

desde entonces no llamé a nadie tras el hombro
mi madre quedó muerta de incomunicación otra vez
el hijo viene y susurra
una insatisfecha trae mi esófago sobre un cojín
para tratar de colocarlo en su sitio
y nadie sabe que el grito perdura
dentro de cada diente en los dedos
pero nadie sabe que un alarido
es también el amanecer.

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La rueca del amor

tus dedos en la pizarra rosamaría ojos de náufraga
y las tres bárbaras con corazones de chocolate
maría isabel en el precipicio
donde se me acabó el labio con cari

supe encontrar un río
lo respiraba antes del alba
raíces y teresas que anunciaron su cuerpo en el agua
marías tempranas y hasta nombres de olvidos
me pusieron un dedo en el pecho
al lobo al inocente al que desató a mayra
del esqueleto donde la ahorcaron después

más allá del crepúsculo me hallaron
con unas alas que espantaban
otra la beatriz trepando en los muslos
y carmen recostada con sus tristes diabluras

quita la hoja de parra puta
muerdo abdómenes de adolescentes
quita el laurel de mi aurícula y encuentra
digo como llorando haciéndome el bueno

las anas que no recordé que recuerden
el sol que quise poner en sus pezones
ellas tendrán derecho a mi entierro

las de nombre inacabable las de blúmer rojo
la que quería ser la incógnita
hay una vez un prado detrás de la muerte

no son la vida
dedos
margarita o mercedes no fueron amanecer
frente al mar que todo lo tuerce
nora no salta las alambradas del corazón

pude resucitar
se abrió una puerta en el décimo piso
del crepúsculo en la vieja ciudad
estaba ella como animales corriendo
como los dolores que tuve siempre en los labios

estaba aguantando la luna

era el pedazo que le faltaba a mi moneda
la luz y la sombra la herida antigua
que vuelve siempre a ser cascada.

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Lo que jamás diría Simbad

y eran tantas las rocas que luego
de tocar este sol y otros desconocidos
aprendí a ver
pero perdí cada pupila

y había tanto mar en mi pecho
una ola era distinta a la altura
entré decidido al oro de los peces
buscando hablar con dios y casi lo logro

en las tardes de paz cuando la espuma se tiende
en las olas pequeñas que nunca asustan
en el cangrejo casi morado que huye
de los pies de las olas pequeñas
salgo a respirar con mis algas
y miro una ciudad desierta

salgo en la voz espumosa del cangrejo
a ver si me salva ver vivir
porque aprendí que la vida era sólo
un alga adormecida dentro de mí
nunca había quien cambiaba un latido
por palabras y entusiasmo

lo oía de lejos

ahogado y fosforescente
violeta
metido en los huesos de la costa
que sostenían una penumbra llamada país
abría mis ojos a la espuma
escuchaba cantos maldiciones
la luz del horizonte me avisaba
la hora de regresar al abismo

yo inventé el pájaro de grandes garras
yo puse en mi espalda las cuevas del oro
yo me cambiaba el nombre para que me besaran

en mi camino dije
que ninguna otra roca podría abrirse
y abrí rocas diversas de refugio

yo soy simbad el agua que destella
en las olas de marzo haciéndote el loco
yo soy simbad la sombra del cangrejo
que visita los bordes de la noche

no tengo más oro que el sueño
nunca he sabido qué es un rubí
ni un diamante ni la vida
esa ciudad murió la asesinaron
porque buscaban o prometieron como yo
que el mar era posible.

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Pasaporte

si vas a nacer antes de mí
guardándole horizontes al sol
si alimentaras los pájaros
si de pronto te cortas las venas
dos horas antes de lo previsto

no salgas nunca con las vísceras
los dedos se manchan uno se vuelve insolente
sangra la acera también

si vas a poner el vientre contra un muro
primero fija el precio

el alma de estos tiempos se llena de herrumbre
con tanto salvaje que pasa al costado

si vas a regresar de alguna historia
trata de no volar sobre la ciudad
queda alguien siempre con mosquetes
y ojos en la ventana para bajar los sueños
trata de soltar la ropa sobre el mar

si vienes nuevamente abre los ojos
quítate los pezones de la cara

la muerte acecha y los tarados que aúllan
el desafuero y la falta de huellas

ya nadie tiene amígdalas felices.

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