Casa de Rubén de Fabricio Estrada

Se pueden cerrar conclusiones,
amanecer estirado o encorvado,
una de dos.
Se pude intentar un monólogo
frente a los objetos mudos.
Creer en nada.
Se puede madurar un verso
en diferentes tristezas,
madurarlo,
verlo caer como las viejas teorías.
Andar despacio a través del silencio ajeno,
sentarse,
entablar un duelo con el librero.

Se puede llorar como en los primeros años,
cuando te dejaban solo,
cuando moldeaban tus nervios
para lo que venía.
Se puede incluso agitar,
armar una revolución de hastío,
tomar una cuchara y observarla
como el gran descubrimiento del siglo…
Sí, se puede hacer de todo:
servirle de modelo a un pintor invisible,
hacerle una declaración de amor a los muebles,
buscar el corazón de la guitarra
que se abandonó hace mucho tiempo,
buscarle sus pulmones,
lo que piensa.
Se puede incluso existir,
nunca haber existido,
nunca haber tomado el lápiz,
una cerveza entre viejos conocidos,
la vida en serio,
la muerte en serio.