[…] sé, en la guerra
tú, mi compañera
Safo, Himno a Afrodita
no hacen falta batallas,
huestes, generalifes,
metralletas y láser
marcas ultramodernas,
ni carros de combate,
ni buques de contienda
puede oprimir un techo,
la baldía ventana
que ha incitado al silencio,
el miedo aposentado
en la alargada mano
dominando la puerta,
recordando su cerco
en la piel lacerada
del alma, o de un beso
que ya sabe a alambrada
un brazo poseído,
poseedor de sombra,
un castigo sin culpa,
una invasión, sin fruto
dorado que exprimir,
un diablo sin su infierno,
quizás la libertad,
la belleza, el amor
podrían con el tiempo
llegar a transformarlo,
pero el cretino ríe
ante la tecnocracia
sabia y amordazada ,
y se extiende veloz
como la vieja peste
herrumbre de muñones,
ángel de dos cabezas
atraviesa las nubes,
vuelven polvo y ceniza
a contagiar la tierra,
será herencia o presente,
o serán esas piedras
partidas, mal curadas,
una letal vivencia
en este nuevo siglo
mientras, la voz de un niño
entre las ruinas, canta