Consunción de la víspera de Miguel Labordeta

Me sumo en las violentas ignorancias
de las destrozadas hojitas de hierba
para encontrar sus almas de hojadelata.

* * *

Manadas de caballos furiosos
asaltan los arbustos
donde orinan los niños de las escuelas
reivindicando antigüedad
en el escalafón de los automóviles.

* * *

Tiernos catedráticos
arañan las paredes derruidas
de los viejos palacios bombardeados
y las muchedumbres verdes
examinando con detención
el excremento pálido de su tórax
se lanzan locamente
hacia los laberintos fogosos
de las llameantes carteleras de cine.

* * *

Aquel sabio mendigo
que llegó a las terrazas de los labios
desbordando los ríos de las pleuras
y las colinas donde yacen larvas
de disecados relojes
en el instante fijo de la roña
nos trae el mensaje milagroso
de la caducidad de Júpiter
arrojándose por fin a sollozar
sobre ideales parejas de tuberculosos.

* * *

El hombre gris
se aburre en su jardín
y
las jovencitas pálidas
que sufrirán de apendicitis
sueñan con los monos biceps
de románticos boxeadores.

* * *

Me he quedado tranquilo.
Supongo certezas de muerte
en las claras vaguedades de las estatuas
en el himno de los adoquines
en el gesto ambiguo de los ferroviarios
y en los ventanales perdidos de olvidos nubes paloma.

* * *

Por el agujero que una rata comió
de la frente desdentada de un hermoso
guardia de la porra muerto de amor
yo miro al mundo
consumiéndose atroz
infinitamente gozoso y conmovido.