Cuando el cielo se derrumbe (fragmento)

I
Algo de cierto hay en esta historia,
en esta casa
que nos mira crecer sin hijos.
La misma casa
construida piedra a piedra de los sueños
y que nunca pensé para mí.

Todo me pertenece:
la mesa, los árboles, la repetida canción del silencio.

Hay días
que Señora voy
de la cocina a la cama en que duermes.
Señora a tus pies:
la que mira a través de tus ojos,
la que te llora con uñas y dientes
justo en el infierno
de las caricias mustias.

Algo de cierto hay en esta historia.
La mujer que soy:
la más amada,
la más perfecta.

II
Esto de las despedidas

esto de las palabras enredadas
entre el paladar y la lengua

los ojos humedecidos
tiene qué ver
con el autobús
de las nueve y quince de la noche
y sus rutas de aire

la rueda del tiempo
que no se detiene

en su caída
Y vuelvo en las promesas
vuelvo,
a enderezar los años torcidos de la infancia

en esto de las despedidas,
a escribir la altura de mi nombre
cuando hay una siempreviva que me recibe

y un llanto
contenido por los abrazos

Y estamos aquí
en esto de las despedidas
cuando las voces son un mismo canto

y la navidad
nos devora

Pero ya nada se quiebra

Nada en la mesa
de los magnánimos frutos

Pienso en esto de las despedidas
y en el llanto

cerrado

del poema.

III

He mirado lo suficiente
a veces por encima de los cuerpos,

a veces desde su vendaje imperturbable.

[Predije auroras,
vi a mis hijos crecer]

Oigo mi infancia
y la juventud de quien deshizo
en sus manos
el vuelo del pez,

el incendio del pájaro.

Con mis heridas
llegó a su fin el aliento
de la que juró no morir.

En este panteón
está su voz.
Y es su voz
la que me calla.