Cuánta extensa devoción
que he esgrimido.
Cuánta cruzada fervorosa.
La desnudez de labios
que atravesó mi historia.
Los nombres de varón
que bebo y que desviven
como efímeros derrumbes.
Cuánta fatiga y la fatiga
y la pasión que olvida dar sus señas.
Y así extraviada
adolescentemente
entre tanta ternura que escalara mi cuerpo
y cuerpos que ay nunca escalaron mi ternura.
Cuánto ejercer la entrega,
mi ocupación de amante,
para arribar a vos,
César Manuel,
cierre de rutas
último y preciso
donde convergen los bordes del verano.
Para arribar a vos,
para escribir al fin
y arrancarme la desdicha
este mi sereno,
mi esperadísimo
y final
primer poema de amor.