Con mis amigas
todas juntitas
-en los cumpleaños felices-
nos bajábamos las bragas
y meábamos los tiestos del balcón,
meábamos todas las plantas,
hasta los infectos geranios.
Abajo, en la calle, la gente
nos insultaba,
nos llamaban guarras
y de todo.
Tocaban al portal queriendo subir,
y justo en ese momento
nos escapábamos a la
azotea, dejábamos a la
anfitriona sola,
medio llorando. Jurábamos no
hacerlo más,
pero mentíamos, por supuesto.
Subíamos a las mesas
y tirábamos las patatitas,
las aceitunas sin hueso,
los restos de coca-cola.
Y su madre decía:
В“hay que emocionarse porque
lo dicen en las pelГculas.В”
No entendíamos nada de
todo aquello. Hasta que
un día la cosa fue de verdad;
salió su padre cabreado
y todos nos quedamos en silencio
mientras le escuchamos decir:
В“Sergio, coge tus cosas que
vamos a hacer la comuniГіnВ”.