Mediodía, pero sombrío el aire.
Hay tormenta, la lluvia retumba y
el relámpago hiende.
De pronto estamos siglos atrás.
La tierra humea, se arremolina, hierve.
Titanes de agua en ráfagas,
el aire resuena cuando el fuego
quema la cortina.
La evolución ha comenzado apenas
aquí, yo, en Rijmenam.
¡Dios!, ¡Dios!, pudiera mañana encontrarse unos miles
de quintillones de eones y más tarde aún,
quiero escribir: el cumplimiento
de los esfuerzos,
de tanto esfuerzo
la solución, por fin,
el resultado más consumado.