Las palabras no son aire
ni se las lleva el aire.
Las palabras, cuando caen,
se filtran en la tierra,
se escurren por las eras geológicas,
por las cavernas subterráneas
y llegan al fin a un gran depósito
que ha ido creciendo con los siglos
de donde parte la sustancia
que genera las plantas
y los árboles
dadores de los únicos frutos
que en verdad nos alimentan.