Debería existir algún seguro
igual que los de vida, o los del coche,
a los de a todo riesgo.
Debería haber:
seguro de que me llama,
seguro de que siente,
seguro de que me ama,
seguro de que vuelve.
(…¿Sería un poco raro asegurar
sus manos en mi pecho,
sus ojos en mis ojos,
su voz en mi silencio…?)
Si Dios es Abogado
¡y el mejor!
Si tiene miles de oficinas en el cielo,
no sé cómo no se pone
y cualquier día
se lía a hacer seguros.
¡Fuera el miedo!
El miedo a un siniestro total
si nos chocamos,
el miedo a que se queme nuestro pecho,
el miedo a que nos roben la esperanza,
el miedo a tener miedo.
El miedo a una riada de tristeza,
el miedo a que se muera un sentimiento,
el miedo a que te den un golpe bajo,
el miedo a que te timen con un beso.
(…¿Sería un poco raro asegurar
una muerte digna,
un manantial de amor,
una galería de recuerdos…?)
Debería existir algún seguro
que cubriera todos estos riesgos.