Amor

Lo soñé impetuoso, formidable y ardiente;
hablaba el impreciso lenguaje del torrente;
era un mar desbordado de locura y de fuego,
rodando por la vida como un eterno riego.

Luego soñélo triste, como un gran sol poniente
que dobla ante la noche la cabeza de fuego;
después rió, y en su boca tan tierna como un ruego,
soñaba sus cristales el alma de la fuente.

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Anillo

Raro anillo que clarea,
Raro anillo que sombrea
Una profunda amatista.
Crepúsculo vespertino

Que en tu matinal platino
Engarzó espléndido artista.
El porvenir es de miedo…
¿Será tu destino un dedo

De tempestad o de calma?

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Boca a boca

Copa de vino donde quiero y sueño
beber la muerte con fruición sombría,
surco de fuego donde logra Ensueño
fuertes semillas de melancolía.

Boca que besas a distancia y llamas
en silencio, pastilla de locura,
color de sed y húmeda de llamas…
¡Verja de abismos es tu dentadura!

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Ceguera

Me abismo en una rara ceguera luminosa,
un astro, casi un alma, me ha velado la Vida.
¿Se ha prendido en mí como brillante mariposa,
o en su disco de luz he quedado prendida?
No sé…
Rara ceguera que me borras el mundo,
estrella, casi alma, con que asciendo o me hundo.

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Con tu retrato

Yo no sé si mis ojos o mis manos
encendieron la vida en tu retrato;
nubes humanas, rayos sobrehumanos,
todo tu Yo de Emperador innato

amanece a mis ojos, en mis manos.
¡Por eso, toda en llamas, yo desato
cabellos y alma para tu retrato,
y me abro en flor!… Entonces, soberanos

de la sombra y la luz, tus ojos graves
dicen grandezas que yo sé y tú sabes…
y te dejo morir… Queda en mis manos

una gran mancha lívida y sombría…
¡Y renaces en mi melancolía
formado de astros fríos y lejanos!

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Cuentas de fuego

Cerrar la puerta cómplice con rumor de caricia,
deshojar hacia el mal el lirio de una veste…
-La seda es un pecado, el desnudo es celeste;
y es un cuerpo mullido, un diván de delicia.-

Abrir brazos…así todo ser es alado;
o una cálida lira dulcemente rendida
de canto y de silencio…más tarde, en el helado
más allá de un espejo, como un lago inclinado
ver la olímpica bestia que elabora la vida…

Amor rojo, amor mío;
sangre de mundos y rumor de cielos…
¡Tú me los des, Dios mío!

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Desde lejos

En el silencio siento pasar hora tras hora
como un cortejo lento, acompasado y frío
¡Ah, cuando tú estás lejos de mi alma todo llora,
y al rumor de tus pasos hasta en sueños sonrío!

Yo sé que volverás, que brillará otra aurora
en mi horizonte grave como un sueño sombrío;
revivirá en mis bosques tu gran risa sonora
que los cruzaba alegre como el cristal de un río.

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Día nuestro

-La tienda de la noche se ha rasgado hacia Oriente.-
Tu espíritu amanece maravillosamente;
su luz penetra en mi alma como el sol a un vergel…

-Pleno sol. Llueve fuego. -Tu amor tienta, es la gruta
afelpada de musgo, el arroyo, la fruta,
la deleitosa fruta madura a toda miel.

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La barca milagrosa

Preparadme una barca como un gran pensamiento…
La llamarán «La Sombra» unos, otros «La Estrella».
No ha de estar al capricho de una mano ó de un viento:
Yo la quiero consciente, indominable y bella!

La moverá el gran ritmo de un corazón sangriento
De vida sobrehumana; he de sentirme en ella
Fuerte como en los brazos de Dios!

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El arroyo

¿Te acuerdas?
El arroyo fue la serpiente buena…
Yo muero extrañamente…
No me mata la Vida,
¿Te acuerdas?
El arroyo fue la serpiente buena…
Fluía triste y triste como un llanto de ciego
cuando en las piedras grises
donde arraiga la pena
como un inmenso lirio se levantó tu ruego.

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El cisne

Pupila azul de mi parque
es el sensitivo espejo
de un lago claro, muy claro!…
Tan claro que a veces creo
que en su cristalina página
se imprime mi pensamiento.

Flor del aire, flor del agua,
alma del lago es un cisne
con dos pupilas humanas,
grave y gentil como un príncipe;
alas lirio, remos rosa…
Pico en fuego, cuello triste
y orgulloso, y la blancura
y la suavidad de un cisne…

El ave cándida y grave
tiene un maléfico encanto;
clavel vestido de lirio,
trasciende a llama y milagro!…
Sus alas blancas me turban
como dos cálidos brazos;

ningunos labios ardieron
como su pico en mis manos;
ninguna testa ha caído
tan lánguida en mi regazo;

ninguna carne tan viva
he padecido o gozado:
viborean en sus venas
filtros dos veces humanos!

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El diamante

Hoy, en una mano burda instintiva, deforme, he visto el diamante más bello que pueda encender el Milagro…
Parecía vivo y doloroso como un espíritu desolado…
Vi fluir de su luz una sombra tan triste, que he llorado por él y por todos los bellos diamantes extraviados
en manos deformes…

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El intruso

Amor, la noche estaba trágica y sollozante
cuando tu llave de oro cantó en mi cerradura;
luego, la puerta abierta sobre la sombra helante,
tu forma fue una mancha de luz y de blancura.

Todo aquí lo alumbraron tus ojos de diamante;
bebieron en mi copa tus labios de frescura;
y descansó en mi almohada tu cabeza fragante;
me encantó tu descaro y adoré tu locura.

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El nudo

Su idilio fue una larga sonrisa a cuatro labios…
En el regazo cálido de rubia primavera
amáronse talmente que entre sus dedos sabios
palpitó la divina forma de la quimera.

En los palacios fúlgidos de las tardes en calma
hablábanse un lenguaje sentido como un lloro,
y se besaban hondo hasta morderse el alma!…
Las horas deshojáronse como flores de oro,
y el destino interpuso sus dos manos heladas…

¡Ah!

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El raudal

A veces, cuando el amado y yo soñamos en silencio, -un silencio agudo y profundo
como el acecho de un sonido insólito y misterioso-
siento como si su alma y la mía corrieran lejanamente, por yo no sé
que tierras nunca vistas, en un raudal potente y rumoroso…

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El surtidor de oro

Vibre, mi musa, el surtidor de oro
la taza rosa de tu boca en besos;
de las espumas armoniosas surja
vivo, supremo, misterioso, eterno,
el amante ideal, el esculpido
en prodigios de almas y de cuerpos;
debe ser vivo a fuerza de soñado,
que sangre y alma se me va en los sueños;
ha de nacer a deslumbrar la vida,
y ha de ser un dios nuevo!

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El vampiro

En el regazo de la tarde triste
Yo invoqué tu dolor… Sentirlo era
Sentirte el corazón! Palideciste
Hasta la voz, tus párpados de cera,

Bajaron… y callaste… y pareciste
Oír pasar la Muerte… Yo que abriera
Tu herida mordí en ella -¿me sentiste?-
Como en el oro de un panal mordiera !

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En tus ojos

¡Ojos a toda luz y a toda sombra!
Heliotropos del Sueño! Plenos ojos
que encandiló el Milagro y que no asombra
jamás la vida… Eléctricos cerrojos
de profundas estancias; claros broches,
broches oscuros, húmedos, temblantes,
para un collar de días y de noches…
Bocas de abismo en labios centelleantes;

natas de amargas mares nunca vistas;
claras medallas; tétricos blasones;
capullos de dos noches imprevistas
y madreperlas de constelaciones…

¿Sabes todas las cosas palpitantes,
inanimadas, claras, tenebrosas,
dulces, horrendas, juntas o distantes,
que pueden ser tus ojos?… ¡Tantas cosas

que se nombraran infinitamente!…
Maravilladas veladoras mías
que en fuego bordan visionariamente
la trama de mis noches y mis días!…
Lagos que son también una corriente…

¡Jardines de los iris!

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Exégesis

¡Pobres lágrimas mías las que glisan
a la esponja sombría del Misterio,
sin que abra en flor como una copa cárdena
tu dolorosa boca de sediento!

¡Pobre mi corazón que se desangra
como clepsidra trágica en silencio,
sin el milagro de inefables bálsamos
en las vendas tremantes de tus dedos!

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Explosión

¡Si la vida es amor, bendita sea!
Quiero más vida para amar! Hoy siento
que no valen mil años de la idea
lo que un minuto azul de sentimiento.

Mi corazón moría triste y lento…
Hoy abre en luz como una flor febea.

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Fue al pasar

Yo creí que tus ojos anegaban el mundo…
Abiertos como bocas en clamor… Tan dolientes
que un corazón partido en dos trozos ardientes
parecieron… Fluían de tu rostro profundo

como dos manantiales graves y venenosos…
fraguas a fuego y sombra, ¡tus pupilas!… tan hondas
que no sé desde dónde me miraban, redondas
y oscuras como mundos lontanos y medrosos.

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Hacia la primavera

Sobre el mar que los cielos del ensueño retrata
alza mi torre azul su capitel de plata
que Eolo pulsa rara, dulcemente… Suspira
al pie la vaga ola su vaga serenata.

Y yo sueño en los cantos que duermen en mi lira,
cuando un ave vibrante, de plumaje escarlata,
en la ventana abierta se detiene y me mira:
-¿Qué haces?

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Inextinguibles

¡Oh tú que duermes tan hondo
que no despiertas!

Milagrosas de vivas,
milagrosas de muertas,
y por muertas y vivas
eternamente abiertas,

alguna noche en duelo
yo encuentro tus pupilas
bajo un trapo de sombra
o una blonda de luna.

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Íntima

Yo te diré los sueños de mi vida
en lo más hondo de la noche azul…
Mi alma desnuda temblará en tus manos,
sobre tus hombros pesará mi cruz.

Las cumbres de la vida son tan solas,
¡tan solas y tan frías!

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La cita

En tu alcoba techada de ensueños, haz derroche
de flores y de luces de espíritu; mi alma
calzada de silencio y vestida de calma
irá a ti por la senda más negra de esta noche.

Apaga las bujías para ver cosas bellas;
cierra todas las puertas para entrar la ilusión;
arranca del misterio un manojo de estrellas
y enflora como un vaso triunfal tu corazón.

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La copa del amor

¡Bebamos juntos en la copa egregia!
Raro licor se ofrenda a nuestras almas,
¡Abran mis rosas su frescura regia
a la sombra indeleble de tus palmas!
Tú despertaste mi alma adormecida
en la tumba silente de las horas;
a ti la primer sangre de mi vida
¡en los vasos de luz de mis auroras!

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La musa

Yo la quiero cambiante, misteriosa y compleja;
con dos ojos de abismo que se vuelvan fanales;
en su boca, una fruta perfumada y bermeja
que destile más miel que los rubios panales.

A veces nos asalte un aguijón de abeja:
úna raptos feroces a gestos imperiales
y sorprenda en tu risa el dolor de una queja;
¡En sus manos asombren caricias y puñales!

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La ruptura

Érase una cadena fuerte como un destino,
Sacra como una vida, sensible como un alma;
La corté con un lirio y sigo mi camino
Con la frialdad magnífica de la Muerte… con calma

Curiosidad mi espíritu se asoma a su laguna
Interior, y el cristal de las aguas dormidas,
Refleja un dios o un monstruo, enmascarado

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La sed

¡Tengo sed, sed ardiente! -dije a la maga, y ella
me ofreció de sus néctares. -¡Eso no: me empalaga!-
Luego, una rara fruta, con sus dedos de maga,
exprimió en una copa clara como una estrella;

y un brillo de rubíes hubo en la copa bella.

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Las alas

Yo tenía…
dos alas!…
Dos alas,
que del Azur vivían como dos siderales
raíces!…
Dos alas,
con todos los milagros de la vida, la muerte
y la ilusión. Dos alas,
fulmíneas
como el velamen de una estrella en fuga;
Dos alas,
como dos firmamentos
con tormentas, con calmas y con astros…

¿Te acuerdas de la gloria de mis alas?…
El áureo campaneo
del ritmo; el inefable
matiz, atesorando
el iris todo, más un iris nuevo
ofuscante y divino,
que adoraran las plenas pupilas del Futuro,
( las pupilas maduras a toda luz!

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Lo inefable

Yo muero extrañamente…No me mata la Vida,
no me mata la Muerte, no me mata el Amor;
muero de un pensamiento mudo como una herida…
¿No habéis sentido nunca el extraño dolor

de un pensamiento inmenso que se arraiga en la vida,
devorando alma y carne, y no alcanza a dar flor?

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Los relicarios dulces

Hace tiempo, algún alma ya borrada fue mía.
Se nutrió de mi sombra… Siempre que yo quería
el abanico de oro de su risa se abría,
o su llanto sangraba una corriente más;

alma que yo ondulaba, tal una cabellera
derramada en mis manos… Flor del fuego y la cera,
murió de una tristeza mía… Tan dúctil era,
tan fiel, que a veces dudo si pudo ser jamás…

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Los retratos

Si os asomárais a mi alma como a una estancia profunda, veríais cuánto la entenebrece e ilumina
la intrincada galería de los Desconocidos… Figuras incógnitas que, acaso, una sola vez en la vida
pasaron por mi lado sin mirarme, y están fijas allá dentro como clavadas con astros…

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Mis amores

Hoy han vuelto.
Por todos los senderos de la noche han venido
a llorar en mi lecho.
¡Fueron tantos, son tantos!
Yo no sé cuáles viven, yo no sé cuál ha muerto.
Me lloraré yo misma para llorarlos todos.
La noche bebe el llanto como un pañuelo negro.

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Nocturno

Engarzado en la noche el lago de tu alma,
diríase una tela de cristal y de calma
tramada por las grandes arañas del desvelo.

Nata de agua lustral en vaso de alabastros;
espejo de pureza que abrillantas los astros
y reflejas la cima de la Vida en un cielo…
Yo soy el cisne errante de los sangrientos rastros,
voy manchando los lagos y remontando el vuelo.

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¡Oh Tú!

¡Oh Tú!
Yo vivía en la torre inclinada
de la Melancolía…
Las arañas del tedio, las arañas más grises,
en silencio y en gris tejían y tejían.

¡Oh, la húmeda torre!…
Llena de la presencia
siniestra de un gran búho,
como un alma en pena;

Tan mudo que el Silencio en la torre es dos veces;
Tan triste, que sin verlo nos da frío la inmensa
sombra de su tristeza.

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Para tus manos

Manos que sois de la Vida,
manos que sois del Ensueño;
que disteis toda belleza
que toda belleza os dieron;
tan vivas como dos almas,
tan blancas como de muerto,
tan suaves que se diría
acariciar un recuerdo;
vasos de los elixires
los filtros y los venenos;
¡manos que me disteis gloria
manos que me disteis miedo!

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Plegaria

-Eros: ¿acaso no sentiste nunca
Piedad de las estatuas?
Se dirían crisálidas de piedra
de yo no sé qué formidable raza
en una eterna espera inenarrable.
Los cráteres dormidos de sus bocas
dan la ceniza negra del Silencio,
mana de las columnas de sus hombros
la mortaja copiosa de la Calma,
y fluye de sus órbitas la noche:
Víctimas del futuro o del misterio,
en capullos terribles y magníficos
esperan a la Vida o a la Muerte.

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Serpentina

En mis sueños de amor, ¡yo soy serpiente!
gliso y ondulo como una corriente;
dos píldoras de insomnio y de hipnotismo
son mis ojos; la punta del encanto
es mi lengua… ¡y atraigo con mi llanto!
soy un pomo de abismo.

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Sobre una tumba cándida

«Ha muerto…, ha muerto…», dicen tan claro
que no entiendo…

¡Verter licor tan suave en vaso tan tremendo!…
Tal vez fue un mal extraño tu mirar por divino,
tu alma por celeste, o tu perfil por fino…

Tal vez fueron tus brazos dos capullos de alas…
¡Eran cielo a tu paso los jardines, las salas,
y te asomaste al mundo dulce como una muerta!

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Supremo idilio

( Boceto de un poema )

En el balcón romántico de un castillo adormido
que los ojos suspensos de la noche adiamantan,
una figura blanca hasta la luz… Erguido
bajo el balcón romántico del castillo adormido,
un cuerpo tenebroso… Alternándose cantan.

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Tu amor

Tu amor, esclavo, es como un sol muy fuerte:
jardinero de oro de la vida,
jardinero de fuego de la muerte,
en el carmen fecundo de mi vida.

Pico de cuervo con olor de rosas,
aguijón enmelado de delicias
tu lengua es.

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Tu boca

Yo hacía una divina labor, sobre la roca
creciente del orgullo. De la vida lejana
algún pétalo vivo voló en la mañana,
algún beso en la noche. Tenaz como una loca,

seguía mi divina labor sobre la roca,
cuando tu voz que funde como sacra campana
en la nota celeste la vibración humana,
tendió su lazo de oro al borde de tu boca;

-¡Maravilloso nido del vértigo, tu boca!

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Tú dormías

Engastada en mis manos fulguraba
como extraña presea, tu cabeza;
yo la ideaba estuches, y preciaba
luz a luz, sombra a sombra su belleza.

En tus ojos tal vez se concentraba
la vida, como un filtro de tristeza
en dos vasos profundos… yo soñaba
que era una flor de mármol tu cabeza;…

Cuando en tu frente nacarada a luna,
como un monstruo en la paz de una laguna
surgió un enorme ensueño taciturno…

Ah!

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Ven

Ven, oye, yo te evoco.
Extraño amado de mi musa extraña,
ven, tú, el que meces los enigmas hondos
en el vibrar de las pupilas cálidas.
El que ahondas los cauces de amatista
de las ojeras cárdenas…
Ven, oye, yo te evoco,
extraño amado de mi musa extraña!

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Vida

A ti vengo en mis horas de sed como a una fuente
límpida, fresca, mansa, colosal…
y las punzantes sierpes de fuego mueren siempre
en la corriente blanda y poderosa.

Vengo a ti en mi cansancio, como al umbroso bosque
en cuyos terciopelos profundos la fatiga
se aduerme dulcemente, con música de brisas,
de pájaros y aguas…
y del umbroso bosque salgo siempre radiante
y despierta como un amanecer.

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