Donde el tren se llama nieve de Carlos López Degregori

Llámenosla novia o nieve cuando falte al hotel: detengan en la cama las sábanas su curso, tiemble la lámpara, salte de rasguños la cortina.

Que en la calle arda un perro.

Que todas las esquinas y las luces escuálidas den a un taxi escarnecido Que el taxi viaje leguas, plazas, mentidos horizontes y llegue al fin t una estación donde aguarde solo un tren escarnecido.

Pensemos que es un tren que viaja al cielo o a la novia o a la nieve. Abordémoslo. Perdámonos en el humo, en el frío, en los escondites que colman los vagones. Apoyemos los labios en el cristal helado y besémonos:
igual que a un mal espejo,
igual que a una pasajera atada a los rieles en un túnel.

Llámenosla nieve o pasajera.

Recojámosla.

Abriguémosla. Démosle maíz en su boca celeste. Contémosle historias con héroes, lobos blancos y el más feliz de los finales.

Creamos que deben ser ciertas las historias y bajémonos con ella en la siguiente estación donde el tren se detiene un momento a respirar.

Pero no será verdad y en la estación arderá otra vez un perro y nos estará aguardando un taxi con la puerta abierta

escarnecida.