Asomado al balcón, vi que pasaba
un gran entierro, su cortejo ingente
con pompa funeral, muy lentamente
invadiendo tres calles desfilaba.
Y más tarde pasó… ¿pasó?… ¡volaba
otro entierrillo rápido, impaciente;
iba el muerto en arcaz, hasta indecente,
y nadie al muerto aquel acompañaba.
Comparando pensé: yo no me explico
lo que hay tras de la muerte, mas diría;
el pobre que la teme es un borrico,
que si la muerte da con saña impía
fin a la vida cómoda del rico,
también da fin del pobre a la agonía.