Echa a volar, gaviota de mi puerto,
por las rotas arterias de mis olas,
y en las blancas estelas de mis pechos
dibújame tu sombra en la distancia.
Allí, donde parece que se estrellan
mi inquieta espuma y tu batir de alas,
allí será el encuentro todo fuego,
allí.
bajo la sombra de la luna helada.
Echa a volar, gaviota de mi puerto,
sin mirar hacia atrás: ve a tu bandada
y derrama mi sangre por el viento.