Desvelos al pie del laberinto

Menos la mónada de los himnos al hado dando
holgada la verdad con edad de libro y ludibrios
al revés de las circunstancias en que otra lengua
toca tu bezo y yo me desmenuzo al lamer el mar
que moja el fundillo de la inoportuna vestimenta
con su vislumbre por el bidet, pero tras la puerta
anunciando la postración del dedo junto al apero
y en la rotación de las bragas el mecanismo del
monte que a su vigilia con tanta aspereza aturde
por más oda o empolvadura que acabe diciendo
sí, que era el barquero quien a flote mostraba el
furor de atar al glande sobre el forro disfrazable
que a duras desdeñaba una pérdida de palinodia
en cuya escasez iban los amantes la noche antes
refregando el óxido del sextante y en el escozor
del corzo polvos de lisonjero o un tacto total de
mínima musa que no pasa al posar para víctima
celestial vestida a veces de ceremoniosas sedas
y por eso de moda no pasas con el talle de falda
donde escrita dirás que la belleza tiene siempre
dieciocho años y si exagero que al pulso vuelva
el ampo de los ópalos como suelen los números
o un dozavo a la altura de soledumbre llenando
de felicidad a mi tercera mano que termina una
tregua cuando abreviada y distraída se enturbia
por quitarse el barro del comienzo y de la boca
la paja impostada de su divo delante del espejo
que no sé con qué sed de adoncelados juntando
en la alta lombriz a la luciérnaga que al tararear
de la miserable musiquilla por los patios rediga,
que vaya ella con cal llena como en las películas
a continuar la fuga final de su ficción hogareña
y si así lo haces toma en mí casa un alma nueva
la que pongo en la puerta para que rápida pases
pero hay otro y la sé y me quemo en los lienzos
que entrampan la razón del deseo al desvestirte
las enaguas y hacia el echarpe de leches para el
mando que a borrar mi baba viene cansado ante
lo telúrico de quien arrastrado del ojo al badajo
dejará en el cráter su mancha lamosa de aldabas
que por olas lamilan como miles que la hicieron
y por saberlo, en la rima de traspasar el pasmo
siguiendo los cercos que hueco y larva separan
he debido posponer el no al revés de la derrota
hasta que la indivisible desarrope los destellos
gorjeantes a conjugar al augur según los ajenos
y al gajo dejar la niebla por ser o el helado lago
halagando en el logos la fe del alfa y el omega:
la felicidad que refracta, del principio al delfín.

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Enamorados sólo por esparcimiento

De la escritura que a tu ostra todo atrae
retardando esta inmensidad de materias
aparecidas como clima a quien reparten
por la entera estima de tropas tristes que
dudan desovar el estreñimiento a través
de berenjenas en el perdurar del frutero
que al chirle destripa pelón por el diván
donde sierva mutua de mi verbo junto a
la jaula dormirás aliviada de la ligereza,
porque melodioso soy el desmemoriado
que no canta de la historieta lo pasado y
no sé si fue anoche o pasmado mañana
como aquel revés de mi resma entrando
por las comisuras de las lacas en tu caca
que salpicabas como cal por el gallinero
de igual manera hasta la perdigonada en
el pijamas cuando a dormir se acomoda
restregando el gamulán por los orificios
que a su beneplácito al belfo adormelan
o dime si es mía memoria la que miente
y esas cosas que pasaron dejaron de ser
la tamaña tropa de hetairas cuando eran
tan bien dos cuerpos del otro por detrás
del celofán donde melaza marrón arreas
en los resabios de la vejiga al aguardar
debajo de la pirámide la dudosa verdad
que al buche del entenado se le parezca,
porque causas encuentran a lo ocurrido
por ensimismar el órreo o la semejanza
entre los resquebrajos la penúltima vez
en que pegados del rabo al despeñadero
pues como cae la caspa caen los reinos
por la resolana mejorada donde silba la
belleza traída al momento de los demás
que a su cerco devuelvan aquella noche
en que los desaseados purgaban iguales
a la garcha hinchando el apocado plano
del castrapuercas por la frez enamorada
que mustia vaya, de la orilla a!

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Imágenes de Guernica en un cuarto de hotel

I

De diadema incierta por quimera que mudara
lo que tanto antes y de día jadeante afeitando
al fileno que por encima sigiloso merodeaba
la alcoba y al cabo del día la inclinación veía
como las bragas rasgando con íntimo pánico
de oso hundido en un tarro de miel elemental
della que pasaba por mariposeante en pavura
de folganzas tan bien ululadas hacia el tálamo
donde dormido el destello con furor de humo
fofo, de sombroso obús en espejo de bofes y
de cifras que sumaban la espesura del monte
de quienes aliados a sus estrépitos hilaban la
res al himeneo entre cifras fusiladas que oían
la penúltima desaparición de la luz al secarse
y si por cuernos pusieron mote a los amantes
fue de ellos rondar la espesura y supieron de
pasos de pájaro en el tejado del enamoradizo
de un alud continuo y no duermen ni Picasso.

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Razón de todas las cosas

De tal manera imaginaria, las cosas sucedían
para que todo fuera donosura en lo desusado:
la racha entrometida del dedo en el deshabillé,
la sevicia por la blusa azul al soltarla basta el
desacato de desabotonar de las polainas a las
bragas en remedo de ilusiones todo lo demás,
y así el pulso, la unción en marcha él y el final.

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