Sendas de eucaliptos: un resto del pálido cielo
temblando en mi garganta. A través del zumbido
lastre del verano
la cizaña que acalla
incluso tu paso.
*
Los innúmeros fantasmas de luz.
Y lo que fue pérdida: memoria
de lo que nunca ha sido. Las colinas. Las imposibles
colinas
perdidas en el brillo de la memoria.
Como si todo aún
esperara a nacer. Inmortal en el ojo,
allí donde el ojo
se abre
al ruido del calor: una avispa, un cardo oscilando en las púas
de alambre.
*
Nevada. Y en la veta
más profunda de la blancura: memoria
que añade tus pasos
a lo ya perdido.
Sin fin
yo hubiera caminado contigo.
*
Alba. La inmensa luz
aluvial. El carillón de nubes
al amanecer. Y los botes
amarrados en la niebla del muelle
son invisibles. Y si están ahí
son invisibles.