¡El barrilete malva entre tus dedos
las flores del guayabo
la sinfonía oscura de aquel viento
y octubre era de ensalmos…!
Fuimos a la montaña… ¿Lo recuerdas?
¡Viejo Lobo del Bosque!
Y conjuraste rudas y tabacos
Y aullaste cual coyote…
Me enseñaste el misterio de las yerbas
Viejo Lobo del Bosque…
Y me anudaste aquel pañuelo rojo
Viejo Lobo del Bosque…
Tus gritos alertaron a las cabras
Viejo Lobo del Bosque…
Tu olfato abrió el vellón de las conejas
Viejo Lobo del Bosque…
Tus pasos inquietaron a la ardilla
Viejo Lobo del Bosque…
“Vamos a la montaña —me dijiste―
Te mostraré sus rumbos,
Verás nacer el alba en el rocío
Y apagarás la noche…”
“Te enseñaré el color de las parásitas
y el sabor de los hongos”…
“Vamos a la montaña”… Me dijiste,
Viejo Lobo del bosque…
¡Y me diste una orquídea serenada
en el hueco de un roble!…
“Vamos a la montaña”… Me dijiste,
Viejo Lobo del Bosque,
Y te seguí en la noche…
¡Y desde entonces oigo tu aullido
Viejo Lobo del Bosque…!