Quisiera que tu poema me llegara desde lejos, desde los campos.
Voceado por la gente.
En charlas de camioneros al costado de la ruta.
No quisiera jamás verte editado.
Ni que se molestaran por tus escritos en las radios.
Que tu poema tuviera el olor del lugar donde fuera comentado.
Y que se leyera entre líneas que creciste a base de aguas sanas,
y de hogazas de pan, (como hogazas de Dalí),
levadas entre trinos de pájaros.
Pero que ni se piense que tu poesía fuera por ello
banal, simple, cotidiana.
Que quedara en claro
cuan convocante de los humildes del nuevo orden
restableciente de los enfermos terminales
inspiradora de los suicidas
fuera.
Y la manera de arengar, disponer, reagrupar.
De fuegos de revolución y con esencias necesarias,
y repentina, como el beso liberador de la tormenta en espacios abiertos.
Con el poder para derrocar a los corruptos
y al hombre mediático y sin juicios previos
sus fusilamientos.
No.
Que no se masturbara tu poesía.
No hiciera zapping.
No comprara histérica los nuevos mouse.
Nuevas release del software, como nuevos liftings en Brasil.
Información. Más información.
Información como drogas duras.
Duro hardware duras retinas enfermas.
Piel blanca pegada a la pantalla.
Sonrisas de brillo irreal,
como muerte auto-asistida en la madrugada.
Titulares gritados.
Información. Más información.
Como sexo pagado. Como coima.
Como fraude, estafa, mentiras. Imágenes. Imágenes.
Veloz hombre mediático.
Corazón de Movicóm.
Un poema tangible.
En el viento.
Que toda mi alma cansada
y lo que resta de mis dedos con sabor a dólar
esperan.
Un poema no editado.
Que llega entre murmullos. Como lluvia que se vuelve río.
Desde lejos.
Desde los campos.