Cubilete

y el que escribía como mujer
– se encontraron –
en la esquina del sexo y de la duda
y se prodigaron, sí, que se prodigaron
como si este mundo cruel
acabara mañana

ellos
dados echados
desde un cubilete caliente.

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entre el humo de los neumáticos

entre el humo de los neumáticos se veía arder
helicoidal y pequeñito, al espíritu de nuestro beso
nro. 2, dado, sobre el puente duro; duro de los días

tentadísimo de hablar sobre tu palestina, tus ojos claros
pero no, el amor es una víbora sagrada y de oro
que en todo hueco caliente desaparece
en silencio / luego de haber dejado casi sin aliento,
al cuerpo exhausto
– el cuerpo social –

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qué cosas nos unían?

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Fue a levantar el martillo

fue a levantar el martillo
y no pudo levantar el martillo
fue a clavar el clavo en la pared
y no pudo
no pudo con la ventana
por la que veía al mundo
abrirla

llévenle un té
a este dios de la ubicuidad
ahora
es un ángel oscuro que cae
– un reducido lugar –

alcáncenle los lentes
que lea las noticias
denle la sopa
el pan
el control remoto el sillón marrón

los años
tienen piedad para con los excesos
nos devuelven a la plaza pública
– el pensamiento simple –
– el maíz / la paloma –
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las cartas de las que hablo

las cartas de las que hablo son azules y son lacradas
se guardan en casilleros con llaves de hielo
y no les llega la humana inmisericordia
estas cartas íntimas, son prohibidas
están censuradas vedadas
a la vista poderosa del cuervo crítico
que devora todo aquello que no es blanco
– y solo porque él es tan… tan negro –
y la lluvia ácida de su orín
no borra las letras de oro de éstas cartas
nunca más
– dijo el cuervo, nunca más –

y tu nombre en ellas esta a resguardo
de la belleza tonta, recurrente
del que escribe sobre las olas del mar
de la gaviota idiota
de la belleza histérica de la mariposa kitsch
de la palmera centroamericana
del “oh!

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Mala praxis

La fruta que en tu boca

se vuelve uva

y en tu entrepierna se vuelve alcohol

esas cosas bebo yo.

Hace una semana que están matando gente

y nosotros nos amamos.

‘…Es cuestión de tiempo’ dijo Costeau

y tenés tu mejilla derecha

apretada contra el espejo.

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Personajes

… que pasa?
los trenes llegan a la estación Saenz Peña
baja el viajero del maletín de cuero.
No dice nada.

Herminia, baja del cerro
con su majada blanca
llega a las casas,
no dice nada.

Ramón,
siempre en el mismo bar esquinero
mirando por la misma ventana.

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Puré de papas voy a hacer

Más anaranjadas están las naranjas en el cajón de frutas

bajo la lluvia y la lluvia les dice obscenidades sobre la piel…

seducidas enamoradas entregan sus jugos a las gotas frías.

Los enanos del jardín, duendes irlandeses,

bailan cuando nadie mira

beben buena cerveza negra Guiness, de la mejor…

Los enanos del jardín aman estas mañanas tan frescas.

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Que el hombre del sueño no llegue

Que el hombre del sueño no llegue tsé-tsé,
no me vea abandonado a merced del león y sea tarde
para mutar en masai y lanza, es decir: “La vida! El Africa..!”
y no también: la mamba

que todos mis atardeceres han deseado un Holland & Holland
partir el cráneo del búfalo, un único balazo, un búfalo como la noche
sin tam tams innecesarios

contar esta hazaña en las hogueras, la carne de bronce, dialectos de la lluvia
diamantes y estrellas, ni musulmán ni hebreo ni cristiano siquiera,
y ríe, ríe si pudieras, y dame, un dios cualquiera: un búfalo muerto,
o mamba entre los pies desnudos, cuernos de animal
dibujados, semiborroneados, en la tierra

ciento veintitres mil moscas (y no llegues)
espinas que desgarran si se corre entre las fiebres
dame, embiste contra mí, con un dios, una máscara cualquiera
carga, desde dorado pastizal desde drogado sueño,
y tsé-tsé en el aire, que es voluta verde… que se quema

pero mi búfalo huele, el aceite de la escopeta, y en realidad huye de este poema
como un diamante negro o mejor dicho, escapa como ópalo, desaparece: como estrella
y he quedado en la actitud del caminante, viento rojo desde mis espaldas,
mi plexo blanco / sobre la luna llena

y ventea así la bestia ausente, la fragilidad de mis palabras,
y el cazador pisa entonces al fin, descalzo, a la mamba
y ya no vuela sobre mí la mosca del sueño, sino la mariposa nocturna
y desdoblado: el cazador que es desde el hombre que soy

ya no despierta.

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Toda una temporada

Toda una temporada bajo la ducha borrando el rastro de tus besos los días interminables el invierno, nosotros cazadores de penumbras. La sangre de lo asesinado la boca de humo los ojos cerrados soñando, el vapor del agua caliente el calor/color de tu desnudo en el vidrio empañado que todo lo lava el agua gran cobra de cristal que me envuelve, el agua.

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