Escribí en papel de cartucho tu nombre y tus apellidos
lo enrollé y lo amarré con pelos de mi pubis
luego lo molí y lo mezclé con mieles y sudores
no olvidé el buche de café que dejaste en la taza
debí haber agregado un poco de tu semen
de esas gotas que aparecen al otro día
en mis nalgas o en mis encías.
Unté de toda esa crema a mis pezones y a mi clítoris
hice un pase de magia y recé toda la vida.
Pero tú no has vuelto
y menos
tú en mí no te has derramado.