El río de agua de Álvaro García

(fragmento)

[…] Rocas,
islas que no llegan a islas,
reticentes de erizos;

buceas
y sales luego al aire del rompeolas,
con cara de saber secretamente,
oculta tras tus gafas de buceo.
Me veo en su transparencia,
sumergido en tu fondo en superficie
como en un agua oscura.
Tú y yo
descendemos al fondo, un cielo hundido.
Buceamos. Hay algo en este vértigo
parecido a volar por aire de agua,
amenazados, protegidos de agua
sobre campos que oscilan silenciosos.
Se abren en el fondo abismos, grietas,
las montañas del mar, los valles lentos
de macizos de algas y de peces,
el mar como una savia sobre el mundo,
agua hundida en el agua,
mar que pesa
sobre tu espalda que huye en cada abrirse
tus brazos que te apartan mar, más hondo
y cada vez más lejos de la luz,
mojado el sol como una luna arriba
en el techo de agua y de silencio.
El día se transforma desde abajo.
No se oyen las voces. No se oyen
las olas o bramar de espuma el tiempo.
Aquí está el latir vivo, la presencia.
Habitar en el agua nada más,
densidad del final y del principio.
En qué valle de instante ya no somos.
Donde el agua se canse empieza el mundo.
Queda lejos ser junio y ser nosotros.
Aquí se desactiva nuestra muerte.
Flotamos entre el agua, no en el tiempo,
y se refugia aquí la eternidad.