De ti, señora, me contó la fama
que con ingenio vivo y alma inquieta
renuncias a la gloria del poeta
por no arriesgar el de modesta dama:
Pero dicen también que el Dios del arte
al verte abandonar su templo santo
sintió la ausencia de tu ingenio tanto
que a los poetas ordenó cantarte.
Uno por uno con afán, señora,
de Apolo te transmiten los favores,
y yo también aunque infeliz cantora
vengo a ofrecer a tu corona flores.
Admite entre el laurel y la violeta
este ramo no más de siemprevivas;
aunque por ser modesta nada escribas,
siempre tendrás renombre de poeta.