presumida elegante libertina
antigua luz que sube graderías
peldaños
y miríadas de mirlos
que todos miran más allá del día
sin doctrina ni sombra ni demonio
donde cantan altivas serenatas
que escriben las derrotas del que nada
y los ríos de sangre del que nace
Poemas de Enrique Fierro
confusa la mirada
y las manos
eternamente
en fuga
la ventana
abierta
a castigos y represalias
arco de aire nostálgico
por el que se observa a diario
en los folios del códice
apenas una paloma
perplejo quizá
sin obras y sin testimonio
ante aquel melancólico
en sus ojos los dardos
invencibles
del amor o del odio
la tradición cristiana
qué es
aplicada y domesticada
qué significa espíritu
de los jóvenes a los ancianos
resulta casi habitual
recurso que otros usaron
subieron a los montes
por la pena la muerte y el infierno
en la casa de riguroso dibujo
implicancias mágicas del garabato
el estudio de la luz las imágenes las ideas
se hace difícil la búsqueda de Dios
que reina por su propia autoridad
no lo sería sin secretas resistencias
la respuesta es negativa
hay dos monólogos secretos
vuelven al gran tema de la izquierda del cuadro
en la misma oportunidad lejana y misteriosa
ciertas cosas existen pero no del todo
a partir de cosas que no fueron
un discurso que ya no habla de nada
el humo dormido
en otras lenguas
solía decir refiriendo
con buena vida y ejemplo
ellos resuelven entre ellos
en las calles y adentro de los bares
una música
de verdadera desolación
hoy la interrogan
con palabras de santa doctrina
todos jinetes
amarillos
sobre llanura
de raíces
tempestad
de agua
y agua
un gran deseo se cree un deseo universal
mucho después vino el viaje
huella de sus pies desnudos
la acción del poema
simple y frugal
pero esta misma imagen
debido a un golpe de sombra
y rudo realismo de la memoria
es la balada inmortal entre texto y figuras
las construcciones y las destrucciones
si logramos
el acento más agudo
que se organiza desde luego
en el profundo espanto del anfibio
como el follaje de las frágiles coronas
la desgracia de su caída es
fragmento
fecha
días después
porque entre otras
el paisaje
se reduce
a juego
con las armas de Marte
dejaron de hablar
en un día de sol
de silencio de dioses
de nada le serviría
este domingo
acaba
de morir
en Montevideo
la narración
aquí
lloverá
siempre
la lluvia
se deja mirar por quien
los tonos del claroscuro
amó las mañanas y las noches de Buenos Aires
sin valor de la propia historia
de su pobre vida
energías lineales
último segundo
llave secreta
así
ritmo convulso
calumnias
muy de tarde
en tarde
para gastar
azul inmaculado
negación
de la negación
y si no es posible
alas
fondo de cielo
polvo
Vara alta de plátano falso,
octava maravilla salida de madre
cuando la tarde victoria sobre la muerte,
dibujado compás de dos por cuatro
que enreda la madeja
de astutos campeadores y pérfidos rampantes,
hilo sutil que acuña
colores minuendos a la luz de julio,
no te olvide la inevitable virazón para que puedas
flébil jamás
otorgarme la dicha de mirar el tiempo.
La exigente doctrina
abolió toda música,
el aire
con gorriones y límpido
de la tarde,
la luz
de nuestro patio:
sola
quedó la poesía
y su diálogo
en silencio tenaz.