El día se levanta
Las cortinas se abren
Se despiertan los objetos
Mi vecina cuelga sus prendas
en el patio trasero de su casa
La ciudad se estira y reaparece.
El tiempo se despierta
La claridad busca su hueco.
El día se levanta
Las cortinas se abren
Se despiertan los objetos
Mi vecina cuelga sus prendas
en el patio trasero de su casa
La ciudad se estira y reaparece.
El tiempo se despierta
La claridad busca su hueco.
Vamos andando realidad
Te arresto por cruel y miserable
Por dejarte caer como una piedra
y ensuciarlo todo con tu sombra
Por matar a sueños inocentes.
Curioso asunto
esto de aquí
que no es nada ni viene de nadie
que se desarrolla ante mis ojos
como un espejismo
que no tiene corazón pero puede escucharse
su latido
y que ha insistido en acostarse sobre el tiempo
con sus huesos mentirosos
Curioso asunto
sin manos
sin frentes
sin tobillos
Yo lo llamo poesía
Vamos a dividirnos
nos repartiremos como hojas de cuadernos
y nos reproduciremos como vegetales.
Nos miraremos desde afuera
desprendiendo un fuerte olor
a nosotros mismos.
Y hasta que cumplamos nuestro tiempo
estaremos merodeando frente a frente
si dirección ni protocolo.
Aquí hay nada
Una calle muda
medio alumbrada por la luna
Ni fantasmas, ni ruidos, ni futuro.
La noche es un viejo barco a la deriva
por donde sólo el vacío se pasea.
Tiembla el silencio y las sombras se retuercen
en este pozo en que he caído
Y mi acongojado corazón no se acostumbra
sino que siente el rasguño de lo ausente
y de lo ido.
Jamás son cinco letras imposibles (y un acento)
un vestido indecente para cualquier hora del día
un sonido para siempre inacabado.
Jamás verá jamás cumplir su sueño
(de durar eternamente)
Porque todo, absolutamente todo, tiene freno.
Nada existe sin su término.
Se abren y cierran las puertas sin fatiga
De madera o de fierro
Pequeñas y alargadas
Hacia dentro o hacia afuera
Mecánicas y automáticas
Sin nada que decir, pero tan prácticas
Con sus cerraduras y clavijas
Adosadas a un marco
Verticales casi siempre
Separando el afuera del adentro
Las puertas del cielo o del infierno
Por donde cruzan igual
Santos y blasfemos
Señores y sirvientes
Puertas.
Qué daría yo
por bajarme de este tren
olvidar lo que es posible y olvidable
la buena ventura persiguiéndome.
Qué daría yo
por haberme saltado este capítulo
dejar atrás la pegajosa mierda
y despertar una mañana: diferente.