Ingenua colegiala de ojazos taciturnos
que a través de la reja de tu alcoba
indagas el misterio de los astros nocturnos.
Adivino que sueñas…
(Los ojos se prolongan
en las ojeras lánguidas, y los senos turgescen,
y las manos se afiebran, y los labios florecen…)
En tu carne virgínea ya la mujer se inicia,
y en tus horas inquietas
entrevés el coloquio , presientes la caricia.
La romántica espera te ha embellecido tanto,
como jamás lo sospechó mi canto.
Porque en los pechos núbiles el amor presentido,
es el Alba, que avanza sobre un campo florido.