Estaciones de Ted Hughes

I
De pronto su pobre cuerpo
se quedó sin la defensa
de su mente adormilada.

Antes de que el funeral se diluyera,
el féretro, como una lancha, se rompió a fuerza de sacudidas
entre las grandes estrellas que nadaban por su ruta.

Un rato

el tallo del tulipán a la puerta superviviente
y su chaqueta, y su esposa, y su última almohada
cogidos unos a otros.

II
Comprendo los ojos hundidos
de los viejos

secos residuos

rotos por mares que no podían vivir.

III
Eres extraño, sales de un huevo
puesto por tu ausencia.

En el gran vacío te sientas contento,
mirlo entre nieve húmeda.

Si pudieras hacer sólo una comparación:
tu situación es tan triste que desistirías.

Pero tú, desde el principio, rendido al vacío total,
luego a él se lo dejas todo.

Ausencia. Tu propia
ausencia

llora su reposo a través de tu música consumada,
su capa oscura sobre tu alimentar.

IV
Ya digas, pienses, sepas
o no, así es, así es, como
sobre raíles sobre
el cuello que dejan sus ruedas
la cabeza con su vocabulario inútil,
entre los plátanos azotados.

Versión de Jesús Pardo