Son malos tiempos para la ternura.
Olvida el absurdo vaivén del día y de la noche.
Quédate junto a mí. No tengas miedo.
Sabrás que, al fin, no hay nada misterioso,
cómo y dónde se inicia, tras el maquillaje,
ese monólogo de sombras que llamamos poema.
Yo, que tanto he escrito sobre lo que ignoro,
ya no pretendo comprender. Escúchame,
vivir consiste en enterrar la muerte,
y esas viejas historias, como dijo el anciano,
se parecen tanto todas entre sí.
Tú, viejo profesor, que nada tienes salvo tu deseo,
deja el terror a un lado. Nadie mira.
El mundo es algo ajeno, aunque tu vida esté
sola y desnuda en los escaparates.
Nada de lo que digan eres tú. Ven conmigo.
Andemos juntos esta madrugada.
No hay lugares inhóspitos. El cielo
tan sólo cambia de color, y es dulce, y nos cobija,
y hay tantas nuevas cosas que aprender.