A Marsia, llorando

Tanto a tus ojos claros desafía
el tirano dolor que el alma siente,
que a los diluvios de cristal corriente
todas sus luces tu beldad les fía.

Vivo el cuidado, mustia la alegría,
dio sepulcro a tu sol tu mismo oriente;
y, a pesar del ahogo, se consiente
más triste si no menos bello el día.

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Arder en viva llama, helarme luego

Arder en viva llama, helarme luego,
mezclar fúnebre queja y dulce canto,
equivocar la risa con el llanto,
no saber distinguir nieve ni fuego.

Confianza y temor, ansia y sosiego,
aliento del espíritu y quebranto,
efecto natural, fuerza de encanto,
ver que estoy viendo y contemplarme ciego;

La razón libre, preso el albedrío,
querer y no querer a cualquier hora,
poquísimo valor y mucho brío;

contrariedad que el alma sabe e ignora,
es, Marsia soberana, el amor mío.

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