Exvoto de Alejandro Duque Amusco

(Tumba de Il tuffatore, Paestum)

Una tumba, una lápida fúnebre
y en ella, como perro guardián cerca del amo,

el dibujo de un joven lanzándose
al vacío ?finas
hebras del aire.
Espirales.
Columnas.

Un mar lo acoge.
¿Un mar o un cielo adormecido?

El joven cae con lentitud ingrave
igual que una promesa que no termina nunca

de cumplirse: nadador que levita
en una zambullida hacia la luz.

Ay, tuffatore, estás y siempre vuelves,
rebrotas con el Árbol Cenital de inmarchitables ramas

que regalan sus frutos prodigiosos
para salvar los dones de la tierra,

el nudo de las noches y los días,
la espiral del azar,

el amor y la música ?dos formas
diferentes de llamar a lo mismo,

el latido del sol
entre el cielo y el mar, la caída y el éxtasis.

Con tu salto la muerte has traspasado.

Todo el espacio abre
ante tu vuelo inmóvil.

Profunda tumba azul.