En el principio Dios creó el infierno.
Y dijo luego
hágase la luz y apuntaron los primeros
rayos del sufrimiento.
Separó en días sucesivos los cielos
de la tierra, la tierra del océano,
los cimientos
que amorosamente prietos
estaban en uno, y multiplicó la vida en los reinos
del aire y sobre la tierra y bajo el crespo
manto del océano
en torturantes e infinitos cuerpos.
Y viendo Dios aquel perfecto infierno
sonrió y dijo: «Hagamos ahora un ser noble y bueno
capaz de expresar el horror de este averno».
Y tomando en sus manos de supremo
Arquitecto
la arcilla más pura, hizo al hombre y sus sueños.
Desde el odio de Dios crecía el universo.