Mi pensamiento es la suspensa forma
de tu presencia;
mi corazón, la forma palpitante.
Como bridones blancos,
mis sentidos galopan en la tierra
de tus cinco hermosuras con el carro.
La voz te anuncia
con dorados rumores germinales
lo mismo que los astros y las frutas.
Nacen de tu palabra
manantiales y céfiros
que sosiegan mi tórrida comarca.
Y en tu inefable cercanía
verdean los oteros
y elevas la colina donde pace
mi cándido rebaño de silencios.