Frente a un espejo de Margaret Atwood

Fue como despertarme
después de haber dormido siete años

y encontrarme con una cinta tiesa,
de un negro riguroso
podrido por la tierra y los torrentes

pero en cambio mi piel se endureció
de corteza y raíces como cabellos blancos

Mi heredada cara traje conmigo
una aplastada cáscara de huevo
entre otros desechos:
el plato de loza hecho añicos
en el sendero del bosque, el chal
de la India destrozado, fragmentos de cartas

y el sol de aquí me ha impreso
su bárbaro color

Se me han puesto rígidas las manos, los dedos
quebradizos como ramas
y los ojos perplejos después de
siete años, y casi
ciegos/brotes, que sólo ven
el viento
la boca que se abre
y se agrieta como una roca al fuego
al intentar decir

Qué es esto

(sólo hallas
la forma que ya eres,
pero qué
si has olvidado ya en qué consistía
o descubres que
nunca lo has sabido)