Salida de la maleza

Yo que había sido borrada por el fuego
me fui cubriendo
de verde
(qué
estación más luminosa)

Con el tiempo los animales
vinieron a habitarme,

primero uno
a uno, furtivos
(sus conocidas huellas
quemaban); y después
al haber ya trazado nuevos límites
volviendo, más
seguros, año
tras año, de dos
en dos

pero inquietos: no estaba preparada
del todo para que me habitaran

Les pudo parecer que
pesaba demasiado: pude haberme
volcado;
Me daba miedo cómo
el brillo de sus ojos (verdes o ámbar)
llegaba al exterior desde dentro de mí

No estaba terminada; de noche
no veía sin candiles.

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El hombre que existió

En el campo con nieve va abriendo mi marido
una X, concepto definido ante un vacío;
se aleja hasta que queda
oculto por el bosque.

Cuando ya no lo veo,
en qué se ha convertido
qué otra forma
se mezcla en la
maleza, vacila por los charcos
se esconde de la alerta
presencia de animales de la ciénaga

Volverá
al mediodía; o puede que la idea
que tengo yo de él
sea lo que me encuentre de regreso
y con él amparándose tras ella.

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Frente a un espejo

Fue como despertarme
después de haber dormido siete años

y encontrarme con una cinta tiesa,
de un negro riguroso
podrido por la tierra y los torrentes

pero en cambio mi piel se endureció
de corteza y raíces como cabellos blancos

Mi heredada cara traje conmigo
una aplastada cáscara de huevo
entre otros desechos:
el plato de loza hecho añicos
en el sendero del bosque, el chal
de la India destrozado, fragmentos de cartas

y el sol de aquí me ha impreso
su bárbaro color

Se me han puesto rígidas las manos, los dedos
quebradizos como ramas
y los ojos perplejos después de
siete años, y casi
ciegos/brotes, que sólo ven
el viento
la boca que se abre
y se agrieta como una roca al fuego
al intentar decir

Qué es esto

(sólo hallas
la forma que ya eres,
pero qué
si has olvidado ya en qué consistía
o descubres que
nunca lo has sabido)

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Luna nueva

La oscuridad espera aparte desde cualquier ocasión que surja;
como la pena, siempre está disponible.
Ésta es sólo un modelo,
el modelo en el que hay estrellas
sobre las hojas, brillantes como clavos de acero
e incontables y sin que se las haga caso.

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Resurrección

Veo ahora veo
ahora no veo

la tierra es una ráfaga en mis ojos

ahora oigo

el crujido de la nieve

los ángeles que escuchan sobre mí

cardos resplandecientes de aguanieve
acumulada

esperan el momento
de elevarme
hasta el sol
con pilares, la última ciudad

o torres vivas

aún sin levantar
cuyas piedras latentes reposan rodeando
su fuego sagrado a mi alrededor

(pero la tierra cambia con la escarcha,
y los que se convierten
en las voces de piedra de la tierra
también cambian y dicen
dios no es
la voz del torbellino

en el juicio final
todos éramos árboles

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Retrospectivas de la guerra de 1837

Una de las
cosas que descubrí
en ella, y desde entonces:

que la historia (esa lista
de deseos inflados y de golpes de suerte,
contratiempos, caídas y errores que se ciñen
como paracaídas)

se te lía en la mente
por un lado, y por otro se deslía

que esta guerra estará pronto entre esas
diminutas figuras ancestrales
que se te nublan y se te diluyen
por la parte de atrás de la cabeza,
confundidas, inquietas, inseguras
de qué hacen ahí

y que de vez en cuando asoman con un rostro
idiota y unas manos de racimo de plátanos;
con banderas,
con armas, adentrándose entre árboles
trazo marrón y garabato verde

o, en el dibujo a lápiz gris intenso
de una fortaleza, se esconden disparándose
unos a otros, humo y rojo fuego
que en la mano de un niño se hacen realidad.

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Solipsismo al morir

da el esqueleto carne que se enfrenta
al enemigo y luego
se olvida y es cosecha,
tierra agotada que se pisa

los oídos dan sonidos lo que oía
creaba. (voces
determinantes, que repiten
historias, viejas costumbres

la boca da palabras que decía que yo misma
creaba, y estas
estructuras, comas y calendarios
que me rodean

las manos dan objetos a los que el mundo hacía
realidad: era
esta taza, este pueblo
al alcance de la mano

los ojos dan la luz el cielo
me salta encima:
hágase
el ocaso

O, tumbada en la cama, eso pensé
mientras que me velaban
añadí: ¿Qué harán ahora
que yo, que todo lo que
dependía de mí desaparece?

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