Amado, desenrédame las trenzas.
Escucha a las reidoras golondrinas
que pueblan mis susurros confesarte
mi amor donde gotea la llovizna.
En esta tarde con olor a mar
tú tocas a mi puerta. El lobo avisa
su amor voraz. A mi casona llegas
y bebes de mi boca bien servida.
¿Escuchas? ¿Son las olas o los árboles?
¿Ves las gaviotas vueltas dando al día?
Mis dedos te recorren pues se atreven.
De golpe todo el cielo. Por las vías
de un tren nocturno que a los astros parte,
yo voy tras una estrella, si me miras.
Amado desenrédame las trenzas
y cúbreme los senos con tu vida.