Ella llamó para decir te quiero antes de ir y enclaustrarse
Eran las once a.m.
y el sol prendió su corazón rabioso y lo untó en las paredes
Le das un beso dijo en la despedida
Yo se lo di
En la boca en los dientes en la lengua en la saliva y en el alma
Y nos pusimos a recordar la noche en que bailaba
desnuda
bendiciendo la casa con la piel
untando su deseo en el aire nocturno
electrizada el alma
lamido el albo cuerpo por una vela roja
cerrando un solo nudo ciego
chupando espíritu médula tuétano de Dios
en cada húmeda oquedad
en cada prominencia donde brillaba la Delicia hasta engendrar temblor y herida
caídos en el río del Amor
amándonos con uñas y con dientes
con locos labios
con el hongo encendido de las lenguas
hozando nuestro más luminoso lodo terrenal
nuestra carne encendida y floreciendo
y el polvo que seremos algún día
Hace ocho días nos herimos el alma de rojo amor
Hace ocho noches dimos cuenta del cielo
y nos quedó pequeño
Hace ocho tardes que engendramos dioses
bajo la mirada del gran Pan
y la amorosa envidia de los mejores hombres
que nos miraban desde los libreros
Le das un beso dijo antes de enclaustrarse
Y la Memoria se encendió:
cuatro dulces pezones se rozaron
y cuatro pechos se chafaron
y mis dedos volaron sobre los talles ágiles
y los ombligos se buscaron
los muslos se enlazaron
los brazos se abrasaron
en un estrecho círculo hermoso y desordenado
Los ojos destellaron fulgor y miel celeste
Y la golosa gula de mis manos
mil
acariciando la blanquísima grupa
y otras mil
el peso dulce de los pechos morenos
Y las dos cabelleras flotaron y volaron
y bajaron hasta tocar mi rostro agradecido
Y la blancura fue más blanca
y el negror más intenso
Y vi los dos perfiles frente a frente:
los cuatro labios en flor:
la húmeda corola ante su espejo mágico
Y las tres lenguas lúbricas
anudamos con lentitud pasmosa el Homenaje
Y la Diosa sonrió
mientras caíamos hasta lo hondo del Sueño.