Caminando en las honduras
de mis tristes pensamientos,
tanto anduve en mis tristuras,
que me hallé en los tormentos
de las tinieblas escuras;
vime entre los amadores
en el Infierno de amores
de quien escribe Guevara;
vime donde me quedara
si alguno con mis dolores
en ser penado igualara.
Vilo todo torreado
de estraña labor de nuevo,
en el cual después de entrado,
vi estar solo un mancebo
en una silla asentado;
hízele la cortesía
que a su estado requería,
que bien vi que era el Amor,
al cual le dixe: -«Señor,
yo vengo en busca mía,
que me perdí de amador’.
Respondiome:-«Pues que vienes
a ver mi casa real,
quiero mostrarte los bienes,
pues que has visto mi mal
y lo sientes y lo tienes’.
Levantose y luego entramos
a otra casa do hallamos
penando los amadores
entre los grandes señores,
en las manos sendos ramos,
todos cubiertos de flores.
Díxome: -«Si en una renta
vieres andar mis cativos,
no te ponga sobrevienta,
que de muertos y de vivos
de todos hago una cuenta;
todos los tengo encantados,
los vivos y los finados,
con las penas que tovieron,
de la misma edad que fileron,
cuando más enamorados
en este mundo se vieron’.
En entrando vi asentado
en una silla a Macías
de las hendas llagado
que dieron fin a sus días,
y de flores coronado;
en son de triste amador
diciendo con gran dolor,
una cadena al pescuezo,
de su canción el empiezo:
Loado seas amor
por cuantas penas padezo.
Vi también a Juan Rodríguez
del Parón decir penado:
Amor, ¿por qué me persigues,
no basta ser desterrado
aun et alcance me sigues?
Este estaba un poco atrás,
pero no mucho compás
de Macías padeciendo,
su misma canción diciendo:
Vive leda si podrás
y no penes atendiendo.
Vide luego a una ventana
de una rexa estar parado
al Marqués de Santillana,
preso y muy bien recabdado,
porque estaba de su gana:
y diciendo: Mi penar,
aunque no fue a mi pesar
ni son de oro mis cadenas,
siempre las temé por buenas;
mas no puedo comportar
el gran dolor de mis penas. (…)