Nacías de continuo, isla matutina,
aún no arraigada al fondo de este río,
para acrecentar el verano y nuestros mitos,
entre vuelos de aves que emprendían
sus tempranas migraciones, en las noches
de serenas aguas aluvionales.
Día a día celebrábamos tu nacimiento, la botadura
de las naves recién calafateadas,
los viajes a las provincias extranjeras;
la fundación de un templo, de un gobierno; la luz
de un nuevo astro descubierto por los astrónomos;