Se va hacia atrás el horizonte.
La estrella Sirio vuelve hasta su origen
(¿cuál, oh dioses, a dónde va
con esa prisa oscura?).
Otros planetas surcan, en órbitas,
mi sangre. El agua ya es tiniebla,
el árbol se comprime.
Poemas de Jaime Labastida
A mi hijo Pablo
(palabras para un poema)
¿Qué resta ahora de ti, padre dulcísimo?
A veces pienso que la carne, que la llagada,
la decisiva carne de tus hijos,
cayéndose a pedazos en la carne severa
de sus hijos, deshaciéndose en hilachos
en la carne de los hijos de sus hijos.
A Joaquín Hernández Armas
6
Qué alegría decidir qué beber,
cómo morir, por qué, y en dónde.
Quisiera morir, así,
bajo un gran árbol.
Desearía ser quemado;
que mis cenizas irritaran,
polvo, los ojos de la que amo;
que fueran sólo la mancha
en un libro pasados los años.