Después pusieron al ahogado en la arena,
de espalda sobre la arena blanca,
de cara al cielo.
Apretaba el puño cerrado,
como si trajera del agua
algo: una concha, un hueso
de pez
La boca comenzaba a desleírse
en una mueca
y tenía lodo en los dientes,
en el cabello endurecido.